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Diagnóstico Nintendo: una fuerte crisis de rentabilidad

¿Por qué tanto drama si pierde menos que Microsoft y Sony? ¿Hay algo más que no sepamos?

¿Pero Xbox y PlayStation no han tenido pérdidas como estas o aun mayores? Doble rasero, también desde dentro

Todo este escándalo y eso que las pérdidas ni siquiera se han materializado, son solo una proyección a tres meses. Además, esos 175 millones de euros son una mínima parte de las ganancias logradas. Sin embargo, las divisiones de videojuegos de sus dos principales rivales han pasado por travesías en el desierto con millones de euros en pérdidas.

Aunque el ruido es cada vez mayor, prensa y analistas han sido laxos con los números rojos de Xbox y de PlayStation, no se ha producido un fenómeno Nintendoom. La respuesta la ha dado el mismo Miyamoto en varias ocasiones: ellos solo hacen videojuegos y no tienen otras divisiones en positivo que absorban los golpes.

El doble rasero no es algo que se haya inventado la prensa. La obligación de trabajar con beneficios es parte de la idiosincrasia de Nintendo, sus directivos y accionistas no están acostumbrados a trabajar en negativo como hacen miles de empresas de hoy en día. Atención a sus números en los últimos 30 años; solo 2012 y 2013 han tenido registros negativos, solo el primero pérdidas, y eso a pesar de haber logrado unos ingresos muy elevados, superiores a cualquier registro preboom DS-Wii.

Análisis financiero Nintendo

Evidentemente hay un argumento económico que permite relativizar la crisis de Nintendo – más allá de los otras sus franquicias o su know-how – y es su posición financiera: sus beneficios históricos, sus inversiones y sus ahorros. Por el momento las cuentas son saludables aunque la estructura empresarial ha engordado mucho en los últimos para satisfacer las necesidades de la era HD, es decir, que cada año en negativo es más difícil de llevar que el anterior sin una reestructuración que de momento no parece necesaria.

¿Iwata dimisión? Un problema de Nintendo y de toda la industria

Precisamente esta escenita de Iwata al son de foros, medios y analistas es la que ha levantado tanto revuelo. Si los números no parecen tan problemáticos, debe haber otro elemento que ha pasado desapercibido en el trasfondo de esta tensión.

Por supuesto que un problema de rentabilidad se puede arreglar a través del volumen. Matemáticamente es lo mismo vender 10 cosas por 100 euros que 100 cosas por 10 euros. Pero primero no es fácil vender más – lo que lograron Wii y DS fue un hecho aislado – y sobre todo porque la tendencia que marca la curva debe detenerse en algún punto antes de que Nintendo se convierta en una máquina de fabricar deuda como Sony o de dilapidar beneficios como Xbox para Microsoft.

La caída de rentabilidad no afecta a toda la industria del videojuego, afecta a la industria tradicional del videojuego, la que se basa en proyectos gigantescos con miles de empleados y meses de trabajo que se materializan en juegos para venta en tienda, en forma físico. Las grandes editoras se juegan todo su año a uno o dos lanzamiento y si no alcanzan expectativas, más pérdidas que algún año habrá que devolver y no será de la mejor forma ¿Hacia dónde conduce este modelo?

Una consecuencia de esta caída de rentabilidad se ha visto y denunciado numerosas veces en la última generación: la muerte de la originalidad y el anclaje y la sobreexplotación de sagas. Un mal al que Nintendo estaba escapando hasta estos últimos dos años, porque no es lo mismo una secuela con el mismo nombre que con un reciclaje completo.

Pero poco a poco también se está viendo atrapada en él. Nintendo es capaz de generar millones en ingresos con muchísimas franquicias pero la hermeticidad sobre sus costes impide saber realmente cuánto se gasta en cada desarrollo (por tanto este párrafo es especulación), aunque sí es sabido que las franquicias más costosas como The Legend of Zelda no están ahí para hacer dinero si no para generar imagen en el entorno y satisfacción en el cliente. Es decir, tienen permiso para ser deficitarias. Un riesgo que debe tener como retorno ingresos por venta de hardware.

Por eso, si Nintendo abandona el negocio del hardware y pierde esa necesidad de diferenciación, una de las salidas probables es seguir el modelo de sus competidores en el mercado de software. ¿Mario Party cada año? ¿Super Mario troceado en pantallas DLC? ¿El fin de Pikmin, Kid Icarus, Battalion Wars oWario Ware?

Nintendo ha descubierto la crisis de rentabilidad. Ahora necesita descubrir la salida, con o sin Satoru Iwata.