Trauma Center: Second Opinion
Las operaciones de Atlus llegan tarde pero con la cabeza muy alta. Así se disfruta interviniendo con el Wiimote.
Trauma Center: Second Opinion - Análisis

El jugador se encarga de mover las manos de Derek en los procesos operatorios, convertidos en intensos puzles de habilidad, velocidad y destreza con el mando. Todas las acciones se realizan con el puntero en pantalla y éstas implican el uso de las diversas herramientas disponibles, que son accesibles mediante cada una de las ocho direcciones del joystick del Nunchuck -seleccionar de este modo los instrumentos supone una mejora respecto al "cambio manual" de NDS-. Así cortaremos con el bisturí, inyectaremos, usaremos el preciso láser, realizaremos suturas, detectaremos con el escáner local, impregnaremos de líquidos y geles o tomaremos restos o piezas con las pinzas. El control es más ingenioso en algunas ocasiones que en otras, y quizás se podría haber exigido algo más de profundidad -aunque se requiera velocidad y mucho manejo en las difíciles intervenciones- y no tanto uso sencillo del puntero. Hay acciones novedosas como tomar un hueso con las pinzas (que agradablemente se cierran pulsando B+A) para luego girarlo haciendo lo propio con la muñeca y encajarlo. Pero no quita que otras como las inyecciones pudieran depender de la profundidad y no de pulsar un botón, sugerencia aplicable a otros instrumentos. Tampoco habría estado mal utilizar más la detección de inclinación para ciertas cosas o incluso los movimientos amplios para activar la "magia" del Toque Curativo. La novedad respecto a Under the Knife la pone el desfibrilador, en el que sí se ha apostado por la profundidad y en el que usaremos Wiimote y Nunchaku. Lo anteriormente expuesto no quita que el puntero esté implementado perfecta y suavemente, punto destacable frente a otros juegos en los que es torpe y va a tirones. Pero sí que se presencian algunos fallos en el control que podrían haber sido pulidos en el viaje del juego a Europa, a veces al soltar lo que recojamos con las pinzas, otras al atinar con la jeringa o cuando nos interrumpen los diálogos. Como decíamos, el elegir herramientas con el Nunchuk es buena idea, pero cuesta acostumbrarse y alguna diagonal se irá hacia los ejes en los momentos más emocionantes.
