The Legend Of Zelda: Twilight Princess
Aquí está Zelda más grande de todos los tiempos. Una experiencia que ningún revogamer debería perderse. Descubre cómo es vivirla.
The Legend of Zelda: Twilight Princess - Análisis
La riqueza artística desplegada es muy superior a lo visto en cualquier otro juego de su categoría . Cuando veamos una construcción sabremos instantáneamente a quién pertenece y podremos empezar a fabular sobre quién podría haberla construído, o destruido, si nos adentramos en unas ruinas.
Los humanos e hylian de la ciudad del castillo están inspirados en la edad media europea pero aderezados con un toque de fantasía. En las armaduras y elementos arquitectónicos es recurrente el sello de la familia real de Hyrule. Por otra parte, los habitantes de la provincia de Ordon, de la que el nuevo Link procede, son ganaderos y llevan ropas de campo hechas de tela y cuero y los Goron se han convertido en una tribu del continente africano, con sus propios hechiceros, tatuajes tribales, pinturas de guerra...
Con astucia se han cogido elementos reales y se han camuflado con la propia mitología de Hyrule. La intención es que nos hagamos una impresión instantánea de una situación, una impresión que sea acertada, como si de verdad fuéramos habitantes de ese mundo de fantasía. Le ayudamos a descubrir una tierra nueva y a la vez familiar (aún para aquellos que nunca antes hayan jugado a un Zelda ). La sensación final es que somos capaces de anticipar cosas del juego y eso nos hace sentirnos bien.
Cuando ocurra algo que esperábamos nos sentiremos orgullosos de nosotros mismos. Pero, por supuesto, Twilight Princess supera una vez más hasta a las mentes más fantasiosas y hay cabida para una larga y gloriosa cadena de sorpresas. Tal vez estén en forma de un giro argumental vertiginoso, un puzzle endiabladamente enrevesado o un objeto sorprendente.
De nuevo obtenemos equilibrio. Twilight Princess es familiar, pero es como la sensación de ver a una persona después de muchos años. Es la misma y puedes reconocer rasgos de cuando la dejaste, pero ha cambiado tanto que no puedes decir que la conozcas.
Tendremos esa misma sensación con las melodías que nos acompañarán a lo largo de todo el disco. Remezclas de los temas clásicos e inclusión de temas nuevos de marcado corte épico. Aunque se nota que se ha hecho un esfuerzo en este apartado, hay que reconocer que es el aspecto más flojo del juego . En primer lugar, la música, salvo en contadas ocasiones, carece de fuerza interpretativa. Es un espectador de la escena, en vez de un secundario de lujo, como en otros títulos de la saga.
En segundo lugar: están en formato MIDI, salvo alguna cinemática. ¿Por qué disponiendo de la capacidad de un DVD y una tecnología a años luz de N64, se sigue empleando MIDI en vez de formato digital?. Ese regusto electrónico que dejan las piezas de Twilight Princess desmerecen el trabajo final, sobre todo cuando hoy una banda sonora orquestada es el pan nuestro de cada día.
En tercer y último lugar, volvemos a encontrar ausencia total de voces para los personajes. Entendemos que Link, mudo desde sus inicios, no pronuncie ni una sola palabra, pero no así que el resto del mundo comparta dicho mutismo. Los personajes mueven los labios, e incluso hay alguno que pronuncia frases sueltas en un idioma desconocido y de una longitud mucho menor que el texto que se supone que dice, y el no oír absolutamente nada, sino sólo la música y alguna onomatopeya que otra, resulta desconcertante.
Lo único en el aspecto sonoro en el que este Zelda destaca es en el altavoz del Wiimote. Desde los golpes de nuestra espada, hasta el crujir de nuestro arco cuando lo tensamos. Es una grata novedad espléndidamente bien empleada y que esperemos que cunda el ejemplo para el resto de títulos de Wii (eso sí, recomendamos un nivel de volumen menor a la mitad para evitar distorsiones).
Resumiendo: así como otros Zelda hacían que la música cobrara un peso especial en el argumento, como Link's Awakening, Wind Waker o el soberbio Ocarina of Time , tememos que en éste se ha relegado a un segundo plano y esto ha demostrado que ha ido en detrimento de su calidad.