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The Legend Of Zelda: Twilight Princess

Aquí está Zelda más grande de todos los tiempos. Una experiencia que ningún revogamer debería perderse. Descubre cómo es vivirla.

The Legend of Zelda: Twilight Princess - Análisis

 Todo lo contrario se puede decir del control. Al principio puede que cueste hacerse con el mando de Wii, pero os garantizamos que es cómodo, fiable e increíblemente intuitivo. A los cinco minutos ya estaréis haciendo ataques giratorios y segando el césped de vuestros vecinos. A los diez habréis disparado a todo lo que se mueve y a los quince no habrá enemigo que se os resista. ¿O sí?

A los habituales puzzles de la saga que podrán a prueba nuestra inteligencia, capacidad de observación y tenacidad, hay que añadir los combates más complicados que hayamos visto en un Zelda . A veces será solo uno, otras dos, de vez en cuando a tres e incluso podemos vernos acosados por decenas de adversarios que claman por nuestra sangre.

Y en verdad a veces saltaremos de emoción en nuestros asientos, o recibiremos más de un golpe por quedarnos observando las evoluciones de une enemigo en nuestra pantalla. Nunca antes hemos tenido tal variedad de enemigos en un Zelda , todos realizados con un cuidado extremo y animados exquisitamente. Así, tendremos a enemigos como arañas gigantes, buitres, murciélagos, gusanos de fuego, chu-chus (con aspecto bastante diferente al simpático limo con ojos de Wind Waker ), medusas, larvas de arena, anémonas del desierto, pirañas, moblins espadachines y arqueros, hombres lagarto, esqueletos enanos y esqueletos gigantes acorazados, espectros (con un aspecto digno de un Resident Evil ), calaveras voladoras, momias, knuckles, jinetes de jabalíes… La lista es extensísima.

Y, como en cualquier juego que se precie, enemigos finales enormes . Y cuando aquí digo enormes quiero decir gigantescos, colosales, titánicos. Seres que a su lado pareceremos una pequeña molestia, y que nuestra tarea será someter. Desde plantas carnívoras, gigantes de fuego, espectros armados con enormes espadas impías… La variedad será mucha, y la calidad le irá pareja. Cada uno tiene su forma de ser derrotado y al hacerlo tendremos la satisfacción de ver su destrucción y el cómo dejan tras de sí el preciado corazón que aumentará nuestra vida.

Eso sí, hasta llegar a ellos, el juego nos habrá sometido a una táctica de desgaste, sobre todo en los primeros compases de juego, cuando nuestra reserva de vida se limite a tres o cuatro corazones. Una vez que podamos recibir más de cinco o seis mamporros sin la certeza de que vamos a morir, el juego se torna más tranquilo y la dificultad residirá en los puzzles más que en los combates.

Esto nos lleva a otro apartado en el que este juego vuelve a sobresalir: la duración. Después de casi cinco horas y con una mazmorra superada (no sin esfuerzo) vemos en el mapa que apenas hemos empezado a vislumbrar el mundo de Hyrule. De hecho, todavía no hemos salido de la provincia de Ordon. Con el doble de horas a nuestras espaldas poco más hemos avanzado y nos encontramos en medio de la segunda mazmorra. Para un jugador avezado, algo más de 50 horas deberían ser suficientes para pasarse el juego, eso sí, sin hacer las misiones secundarias. A la eterna recolección de piezas de corazón para aumentar nuestra reserva de vitalidad se añaden la recolección de insectos, la aniquilación de fantasmas, la pesca, las técnicas de combate y todas las mejoras de nuestro equipo, que no son pocas. Todo esto nos asegura muchas horas de exploración intensa; de día y de noche, buscando cuevas secretas, sumergiéndonos en las profundidades de las aguas o subiendo por enredaderas a lugares imposibles.