Call of Duty: Black Ops
La franquicia estrella de Activision llega con retraso a Wii con una entrega más grande en todos los aspectos respecto a sus predecesoras. Con el nuevo conflicto, llegan nuevas formas de contar una historia y nuevas formas de jugarla.
Call of Duty: Black Ops - Análisis
Por fin. Esto es lo que muchos usuarios, incluido el que escribe estas líneas, habrán pensado y dicho la encontrar en las tiendas una copia de Call of Duty: Black Ops para Wii tras casi 20 días de retraso respecto a las versiones de las otras plataformas, y sin tener ningún tipo de noticia desde Activision. Todo hay que decirlo, y pese a que no afecte a la calidad del juego en sí, está claro que este hecho ha empañado el lanzamiento de uno de los títulos llamados a ser el baluarte y paradigma de lo que un First Person Shooter debe ser en la sobremesa de Nintendo. Este hecho dentro de unos meses ya no tendrá tanta importancia, claro está, pero es una muestra del ninguneo al que ha mantenido Activision a los poseedores de una Wii durante 15 días.
¡Pero ya está aquí! Y se puede decir que Treyarch una vez más ha conseguido que un título de Wii pueda mirar a la cara sin sonrojarse a sus versiones de las plataformas en alta definición.
Estamos en el curioso menú principal del juego, y encontramos que nuestro personaje está atado a una silla, en un cuarto en penumbra y con una cabina desde la cual una voz distorsionada le lanza acusaciones. “¿Por qué lo hizo, Mason, por qué?”. A derecha, varios monitores que muestran imágenes reales de tiempos de la guerra fría: soldados vietnamitas, misiles, bombardeos, la bandera de la Unión Soviética… “Los números, Mason, ¿qué significan?”. A la izquierda, un monitor con los modos de juego.
La campaña
“Céntrese, Mason, tiene que recordar”. Recordar, esa es nuestra misión en Call of Duty: Black Ops. Recordar qué ocurrió para saber por qué nos tienen encerrados y atados en una sala de interrogatorios. Hemos de explorar en los recuerdos del agente Alex Mason para saber qué significan una serie de números que nuestros captores quieren. Todo empieza en Cuba. Nuestra misión, matar a Fidel Castro. Algo sale mal, y terminamos en un gulag ruso para encontrarnos con que las cosas no son lo que creíamos, para conocer a gente de la que en teoría no debemos fiarnos.
“¿Cómo puede estar tan seguro de saber lo que ocurrió?” No contaremos más sobre la trama, para evitar desvelar la que ha llegado a ser la mejor historia contada por un Call of Duty desde hace muchos años. No ya por los grandes momentos que ofrecen al jugador y lo bien que han sabido ponerse en escena, sino porque Treyarch ha sabido huir de convencionalismos narrativos y ha sabido combinar los diferentes momentos de la trama con habilidad. Mientras asistimos desconcertados ante acusaciones que a priori no entendemos y que pueden incluso llegar a mosquearnos, vamos pasando por diferentes misiones, más cortas que en otras entregas de la saga, pero en general bastante más intensas. Huídas en moto o a través de los tejados de una ciudad, exploración de lugares oscuros con tan solo la luz de una linterna y pistola en mano, descenso en rappel o vuelos en helicóptero son algunas de las emociones fuertes que se encierran en la memoria del protagonista.