The Sky Crawlers: Innocent Aces
La (no) guerra está ahora en tus manos.
The Sky Crawlers - impresiones - Avances
Las banderas y los pecados de nuestros padres, la patria, el valor de un marine, el marrón y gris, los rusos y los alemanes, la M1 Garand, colocar los explosivos, el ataque aéreo aliado... olvídalo todo. Ni guerras modernas, ni segundas entregas mundiales ni conflictos de mal rollo. Al más puro estilo Advance Wars, en The Sky Crawlers la guerra es inventada. Más aún, ni siquiera existe, y ese "más puro estilo" no tiene que ver con Intelligent Systems, sino que es una perfecta comunión entre dos estudios empeñados en inventar realidades alternativas, en la ciencia ficción con trasfondo y mensaje.
Si alguien tenía que llevar la novela de Hiroshi Mori a la pantalla, ése era Mamoru Oshii junto a Production IG (El Profesor Layton). Y si alguien se perfilaba ideal para convertir la última fantasía anime del de Ghost in the Shell en videojuego de combate aéreo, ése era el Project Aces, acostumbrado a historias similares en su aclamada serie Ace Combat. Pero es que además es exclusivo de Wii.
Eso último significaba experimentar con Wiimote y Nunchuk. Inclinar los mandos emulando los controles reales de un avión parecía lo más oportuno. El superficial Heatseeker intentó algo parecido, pero sin el valor para el pequeño detalle de intercambiar los mandos de mano: ese simple gesto cambia mucho las sensaciones.
El botón Z es el gatillo idóneo para nuestro índice derecho, cuya mano se encarga del viraje del aparato. Es cierto que en las primeras misiones echamos en falta un punto muerto para descansar (algo así como lo que pasa la primera vez con el volante de Mario Kart), y que parece que para registrar algunos giros hay que hacer un gesto demasiado forzado. No obstante, poco a poco fuimos disfrutando del invento, distinguiendo claramente la respuesta de cada avión (muy diferente) y sabiendo cuándo tirar para evitar una caída en picado. El Wiimote, más relajado, simplemente se levanta a modo de palanca para acelerar, con B dedicado a frenar el avión del todo. Nos quedaba mucho juego por delante, pero mucho nos debería frustrar como para cambiar a las palancas de toda la vida: así era más realista y transmitía mucho más.
Además, donde el arcade de Codemasters era frenético pero con pocos recursos, este aparenta profundidad pese a unas misiones a priori más directas... que esperemos no pequen de sosas. El objetivo está claro y no hay que repetir veinte veces lo mismo, al menos en las primeras horas. Habrá 17 niveles en total, y en los seis iniciales aprendimos a volar, que no es poco (no queda en lo explicado arriba), entramos en combates aire-aire y aire-tierra y empezamos a sudar en la sexta misión, en la que después de unas apacibles fotografías espías teníamos que mover el culo de nuestro tosco "Senryu" para salvar a los compañeros de una muerte segura.