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Project Zero: The Mask of the Lunar Eclipse (Fatal Frame 4)

Silencio.

Project Zero IV - Impresiones Jap - Avances

 No poder recordar el acontecimiento más importante de mi vida es, a la vez, una bendición y una maldición. Maldición porque siento un profundo vacío en mi interior, cómo si alguien me hubiera arrebatado algo con violencia, dejando la forma de lo que fue, pero ninguna pista de su paradero, burlándose, mofándose de mi ignorancia. Pero al mismo tiempo bendición, ya que ¿quién no daría todo lo que tuviera por olvidar una experiencia tan terrible? Pero aquí estoy, una vez más, aunque no reconozco nada de lo que me rodea. Ni los árboles retorcidos de la entrada, ni las viejas paredes de la casa. Absolutamente nada me es familiar y sin embargo… Hay algo en este edificio que me atrae, que revuelve en mi interior recuerdos dormidos. No estoy sola. Tengo a mis amigas a mi lado, ellas, que vivieron lo mismo que yo, pero tampoco recuerdan. Ellas, las que sobrevivieron, son las que me dan fuerzas para seguir avanzando. Son mi reflejo y gracias a ellas siento que no estoy sola.

Es de noche y hay niebla, una espesa niebla que lo cubre todo como una manta mojada. Incluso la luz de la luna llena muere antes de llegar al suelo y se convierte en un jirón fantasmal. Los sonidos llegan distorsionados y lejanos. Un par de veces creemos oír la risa de un niño o de una mujer, pero es el viento que silba entre las ramas de los árboles. La entrada de la casa está oscura: no hay luz. El interruptor no funciona, así que tengo que andar a ciegas hasta que nuestros ojos se acostumbran a la luz. Me demoro un momento, un simple parpadeo, un crujido, un golpe de viento, una cortina que se balancea… estoy sola.


Miro a mi alrededor, asustada. Me siento torpe, desde que llegué a la casa me muevo con dificultad, abotargada. Intento correr, pero no puedo. Tengo las piernas entumecidas y apenas consigo andar deprisa. Trato de buscar una pista del paradero de mis compañeras, pero todo es inútil. Me cuesta mirar alrededor. Todo es mucho más lento y agobiante en el interior de la casa. Creo sentir algo a mi espalda y me giro con rapidez, a la vez que una sacudida me recorre. En mi pecho, al lado izquierdo, siento como mi corazón se desboca.

 Ahora es el único sonido que oigo. Su latido furioso, martilleando mis sentidos, ensordeciendóme, golpeando mi cabeza de forma salvaje. La veo. Veo a mi compañera con una luz enfrente. Está perdida, como yo, y no me ha visto, pero avanza por un pasillo. La llamo, pero no contesta: la sigo. La madera del suelo chirría y el frío de la noche se filtra por todas partes. Me estremezco al ver unas máscaras colgadas en la pared. Son grotescas, rostros petrificados en unas muecas de horror. Siento que me miran y estudian mi avance por el pasillo. Siento que sus sonrisas se acentúan más, como riéndose de una broma que sólo ellas entienden.

He perdido de nuevo a mi compañera y vuelvo a estar sola en la oscuridad. Sigo avanzando por el pasillo. Hay una puerta a un lado, pero al intentar abrirla me doy cuenta que está cerrada con llave. Más máscaras en la pared, más burlas silenciosas. Un instante y veo la luz de mi compañera al fondo y olvido los rostros y la puerta para seguir adelante y no perderla. Llego a una habitación, pero mi amiga no aparece por ninguna parte, tragada por la oscuridad. Un brillo azulado llama mi atención en el suelo. Me acerco con cuidado y muy lentamente me agacho y cojo una linterna: funciona. A su lado hay una llave, gastada y vieja: la cojo.