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Análisis del DLC The Legend of Zelda de Mario Kart 8

Circuitos muy clásicos y cuidados, para auténticos conductores.

Mario Kart 8 es un juego redondo, de 10, ya lo dije en mi análisis de mayo. Ahora, en la época de los DLC basura, Nintendo se ha sumado a la moda de vender más contenido para el mismo juego en forma de actualización.¿El mismo timo? En absoluto, la expansión The Legend of Zelda de Mario Kart 8 es una bendición.

Análisis DLC The Legend of Zelda Mario Kart 8

En efecto, parte del contenido está relacionado con Link y con su mundo: aquí vienen un circuito de Hyrule, una moto creada a partir de Epona, una copa Trifuerza y más. Como se viene diciendo, tras 24 años de historia, Mario Kart se diluye para dar paso a Nintendo Kart. Cada cual que opine lo que quiera sobre si es un paso oportuno o no, yo me voy a centrar en lo que importa, en el contenido.

Este primer DLC ofrece dos copas, la Huevo y la Trifuerza. Son cinco circuito nuevos y tres viejos rehechos para la ocasión. Casi todos siguen un mismo patrón: tienen un diseño de trazado clásico, con carreteras estrechas, muchas curvas enlazadas y pocas zonas para poner a prueba las piezas. No hay nada de agua, solo un par de pequeños vuelos y, esos sí, bastante pista antigravitatoria.

Copa Trifuerza y Copa Huevo

Nada más comprar el paquete, las dos nuevas copas se añaden al plantel colocándose a la derecha de las últimas. Aunque las anteriores no estén desbloqueadas, estas están siempre abiertas. Para eso has pagado.

Esta expansión está formada por circuitos para conductores de primera. El más impresionante es la Ruta Dragón, con un diseños sinuoso y retorcido que te obligan a calcular con mucha precisión el ángulo de giro y a ir descubriendo qué curvas se pueden enlazar y en qué punto hay que cambiar el derrape. Está creado como combinación de la Gran Muralla china y el interior de un dragón, visualmente es espectacular. Quizá a los fans les llamen más Mute City y Circuito de Hyrule por la nostalgia y el cariño, y realmente también tienen un gran diseño. Ambos están repletos de detalles, como por ejemplos los pasillos de recarga de vida de F-Zero, que aquí sirven para conseguir monedas.

Os voy a dar un paseo por el Circuito de Hyrule. La meta está a las afueras, en la campiña, sobre un camino de barro en el que acampan algunos soldados. Avanza rápido entre los tablones de madera hasta llegar al empedrado que te dice que estás a las puertas del castillo. Pero, oh, no hay foso, así que toca volar para entrar en la ciudad. El paso por la fortaleza es breve, a base de giros de 90 grados entre murciélagos keese de Skyward Sword, y acaba el salón del trono, en el que espera la Espada Maestra con un miniturbo para quien la toque. Poco queda después de salir, solo un par de curvas más, pero ojo porque ahí esperan las babas Deku para comerse a quien se cruce. Como veis, los detalles The Legend of Zelda están por todos lados, y llegan al punto de que las monedas se cambian por rupias.

Algo que destaca en estos dos circuitos por encima del resto es su banda sonora. El Mario Kart con mejor sonido de la historia no ha dejado pasar la ocasión para marcarse dos adaptaciones muy rudas de los temas icónicos de ambas sagas.

La gran excepción al estilo general es el Estadio ExciteTruck, un cero cuya gracia es que cada vez que lo juegas las rampas, los charcos de barro y los turnos están en cambiados de sitio. No, realmente la gracia es probarlo a 12 jugadores online, una escaramuza más sanguinaria que el Parque Bebé.

Análisis DLC The Legend of Zelda Mario Kart 8

Los circuitos repescados también son para disfrutar conduciendo. Qué decir del de Yoshi, que no tiene ni una recta, o de las minas de Wario, con unos cambios de rasante que te vuelven loco debido a la escasez de luz. Es todo un espectáculo ver el acabado que le han dado a ese trazado no tan viejo, con un aspecto muy realista y una iluminación que se mete en la partida.

El más fiel es la Senda Arcoiris de SNES, que además no es el cierre de la copa, un detalle que escamará a los puristas. Ahora no hay un mundo negro debajo, hay un paisaje del mundo 3 de Super Mario Bros. que se atisba bajo la luz tenue emitida por pequeños destellos de los árboles.