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Wild Earth: African Safari

Una sugerente invitación que  sin embargo pronto se convierte en dolores de cabeza.

Wild Earth: African Safari - Análisis

  Al final de cada fase superada con éxito te presentan un artículo sobre el lugar o los animales que has estado siguiendo con tus fotos intercaladas, un momento de satisfacción tras todo el trabajo y sufrimiento. Sin embargo resulta frustrante ver como incluyen las fotos que sabes que te han salido mal (y es que una vez te aprueban una foto, no la puedes repetir para mejorarla), y los textos no suelen aportar nada que cualquiera que se haya visto un par de documentales sobre el Serengueti no sepa ya.

Y hablando de su parte educativa, si pensabas que éste sería al menos un aspecto positivo, te diré que también tiene sus sombras. Hemos dicho que durante el transcurso de las misiones tus paseos están aderezados con las conversaciones de dos comentaristas. Sus textos tienen mucho del estilo de los canales de teletienda y parecen bastante discriminatorios. Por un lado, tenemos al narrador masculino que es el encargado de contar las cosas interesantes y descriptivas sobre el lugar (con una autosuficiencia bastante ofensiva, por cierto); por el otro, está la comentarista femenina que literalmente da muestras de no tener ni idea nunca de lo que se habla, y hace chistes y comentarios intrascendentes que harían ruborizarse a un niño de diez años. Aquí un ejemplo, él hablando sobre el pangolín con el que acabamos de tropezar, diciendo que es una criatura peculiar, con sus escamas, su dieta de hormigas, y su capacidad de enrollarse para enfrentarse a los depredadores, y ella respondiendo con un “ooh, como un bicho bola”. Sin comentarios. Por cierto, el juego está en inglés pero cuenta con subtítulos en castellano, los cuales suelen cubrir demasiada parte de la pantalla dificultando la visión del área de juego.

También tras terminar cada fase con éxito se desbloquea un minijuego en el menú principal. Son curiosos en la forma, pero nada originales en el planteamiento. Eso sí, todos diferentes. Tenemos por ejemplo el típico 'Simón dice' de sonidos, uno semejante al buscamiis del Wiiplay o uno de correr como avestruz agitando el mando y el Nunchaku alternativamente. La mayoría fallan en la duración, pues son demasiado largos y se pierde el interés por mejorar el récord. Además, en algunos la precariedad técnica juega en contra, como uno en el que hay que limpiar animales con un chorro de agua. El no contar con sombras hace engorroso calcular la posición del chorro.

Lo cierto es que es una pena, porque el Serengueti (sí, el juego se llama African Safari, pero transcurre enteramente en ese parque nacional) es inspirador. Pero cuando todo el incentivo es este, uno piensa que es mucho mejor verse un reportaje documental en televisión a la hora de la siesta. Ni siquiera creo que sea adecuado para niños, por su estilo teletienda de enseñar las cosas y la falta de realismo al mostrar algunos comportamientos de la vida animal.


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