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Tomb Raider Anniversary

Lara se hace precisa y no muy preciosa en su primera aparición en los salones Nintendo. Así te recomendamos su vieja/nueva aventura.

Tomb Raider Anniversary - Análisis

 

Análisis Tomb Raider Anniversary Wii



Hace mucho tiempo, Lara Croft fue portada de todas las revistas del mundo, incluida Playboy, y su nombre estaba en boca de todos. Fue un icono que consiguió romper el velo del mundo de los videojuegos y llegó a todos los estratos de la sociedad. Una protagonista de un juego de acción y aventuras. Era el prototipo de mujer independiente, inteligente, hermosa, millonaria y con éxito que, además, tenía un trabajo lleno de aventuras. Lara ayudó a que muchas personas se acercarán al mundo de los videojuegos (levantó otro tipo de barreras más preocupadas por su excesiva "pechonalidad" que por el contenido del juego) y contribuyó a que estos dejaran de ser "cosas de niños". Desde aquel lejano pack de Tomb Raider con Saturn hemos llegado a lo tonto al décimo aniversario de Lara, y nunca la habíamos visto tan bien.

Siguiendo la moda que le ha entrado a todo el mundo, la mejor forma de celebrar el aniversario es reeditando el primer juego de la saga adecuándolo a los nuevos tiempos. Mientras que en el resto de plataformas esto se reducía básicamente a una lavada de cara, cuando hablamos de Wii los usuarios de Nintendo exigimos siempre más: queremos un control nuevo.

Básicamente el juego es el mismo que el de 1996, la misma historia, los mismos puzles y los mismos enemigos (incluido ese archiconocido que los fans conocéis de sobra y los que no, dejaré que lo descubráis) aunque se han introducido dos elementos nuevos, un gancho (al más puro estilo Batman) y una linterna (o antorcha, como ciertas revistas escritas se empeñan en llamarla una y otra vez). Con el primero el elemento plataformero adquiere una faceta más, enriqueciendo, aún más si cabe, los saltos imposibles y la escalada de ruinas. Con el otro jugamos con las luces y las sombras, sintiéndonos como verdaderos exploradores adentrándonos en una antigua ciudad maya en el corazón del Perú (Nota del Redactor: en ningún lugar te dicen que es maya, pero ese es el estilo que se ve en todas las construcciones: teniendo en cuenta que los mayas nunca se asentaron en Perú, ya que allí estaban los incas, estamos ante un fallo gordo, pero que sólo apreciarán aquellos que sean lo suficientemente pijoteros para preocuparse por la concordancia de los pueblos precolombinos y sus territorios; es decir: yo).