Sonic Generations
Sonic nos invita a su fiesta en 3D
Sonic Generations - Análisis
23 de Junio de 1991. Aquel era el día elegido por SEGA para lanzar casi simultáneamente en todo el mundo (apareció en territorio japonés tres días después) un nuevo título que se las prometía de rompedor, protagonizado por un erizo azul, y que estaba llamado a revolucionar el mercado de los video juegos y, de paso, intentar plantar cara con MegaDrive/Genesis a la por aquel entonces alargada sombra de la Gran N y su Super Nintendo/Super Famicom.
El resto, como se dice, es historia... y una historia que SEGA ha querido rememorar mediante la ya consabida celebración del 20º Aniversario de la creación de Sonic the Hedgehog durante el recién finiquitado año 2011. Y una de las formas de celebrar dicho aniversario ha sido a través del lanzamiento del juego que nos ocupa, Sonic Generations, en su versión para 3DS.
Dos Sonics, dos épocas
El planteamiento del título es sencillo: alternar fases que homenajean toda la carrera del erizo supersónico, en las que controlaremos tanto al Sonic Clásico (con una jugabilidad parecida a la de las entregas del erizo azul en 16-bits), como al Sonic Moderno (con un sistema de control y diseño de fases que se asemejan a los últimos juegos de Sonic). Esencialmente, es el mismo planteamiento que nos podemos encontrar en las versiones para las consolas HD y compatibles.
Pero justamente ésa ha sido la losa más pesada con la que ha tenido que cargar este título que nos ocupa: ser una “versión”. Por suerte o por desgracia, los que ya tenemos cinco años de experiencia a nuestras espaldas con una consola Wii, sabemos perfectamente cómo se traduce eso de ser “versión” de un juego lanzado en consolas HD para sistemas con una potencia gráfica menor. En la inmensa mayoría de los casos se puede resumir en una sola palabra: chapuza. Y justamente ese es el ambiente que rezuma Sonic Generations 3DS desde que pulsas el botón 'A' por primera vez para entrar en la opción “Jugar”.
Si quieres celebrar el aniversario...
El título abre el telón con la misma estructura narrativa que ya vimos en Sonic Rush o Sonic Rush Adventure: un sistema de diálogos basado en bocadillos e imágenes estáticas de los personajes. Esto, a priori, no es tan catastrófico, de no ser porque en dichas escenas se intentan reproducir los acontecimientos que en las versiones superiores se narran a través de cinemáticas, con todo lujo de detalles, con un resultado nefasto que hace totalmente absurdo intentar enterarse de algo y que a partir del segundo diálogo sólo causa unas ganas irrefrenables de que termine todo para poder jugar.