Sin & Punishment: Successor of the Skies
Un digno sucesor con algo menos de dificultad.
Sin & Punishment: Successor of the Skies - Análisis
Este trabajo magistral de diseño de escenarios está aderezado con otro derroche no menos destacable de trabajo artístico. El mundo degenerado de ese planeta tierra, uno más entre tantos, queda fielmente reflejado por la combinación entre criaturas vivas deformadas y robots de defensa. También en este caso, durante toda la partida no habrá ningún momento en el que tengas la sensación de que ya has visto antes lo que está delante. Incluso en localizaciones como el mar o el desierto, la inclusión de elementos geográficos o de construcciones, junto a la conducción del personaje, rompen con una posible monotonía. Los arreglos técnicos y el uso de luces y colores agradan a la vista en todo momento, con el enorme mérito de no sufrir absolutamente ninguna ralentización en la tasa de refresco ya haya 50 o 500 elementos moviéndose en pantalla, explosiones o lo que sea.
La otra característica que hace que este juego sea tremendamente divertido y adictivo es cómo se afronta el combate contra esos enemigos. Sea cual sea el personaje elegido, el armamento se basa en la pistola (con repetición si se deja el botón pulsado), el cañón, que hace disparos infinitos pero requiere tiempo de espera, y los golpes del cuerpo a cuerpo, que también sirven para devolver proyectiles. La diferencia entre Isa (él) y Kachi (ella) está el apuntado, que el de ella es automático, y en el cañón, que el de él es de un solo disparo con una gran onda expansiva y el de ella puede dirigirse a enemigos múltiples, causando un daño menor. Personalmente, prefiero la libertad de Isa, aunque con Kachi es más fácil esquivar sin dejar de hacer blancos.
Todos los modos de control posibles han sido incluidos. El Wiimote con Nunchaku es óptimo y, engranados en la Wii Zapper también se maneja muy bien. Para los veteranos están los mandos de GameCube y el clásico, en los que se apunta usando el joytick derecho (botón ‘c' de GameCube). La velocidad del puntero es ajustable en estos dos casos, al igual que la sensibilidad en los dos primeros.
Una vez en faena, el objetivo principal es acabar la partida, lo que puede ser una auténtica odisea dada la dificultad del juego, que llega sobre todo debido a la gran cantidad de enemigos y a la pequeña barra de vida. Además, no se sigue la estructura de pantalla y jefe final, sino que hay gran cantidad de jefes intermedios que enriquecen enormemente el título. Incluso llega un momento en que tampoco queda claro si ese bicharraco será o no será el que de acceso a una nueva pantalla. Por otro lado, hay tres niveles de dificultad y, esta vez sí, en el fácil todo el mundo podrá terminarlo. Quizá el difícil, por otra parte, sea un poco menos duro para lo que estábamos acostumbrados. Y, además, se han añadido los continúes infinitos, es decir, que no habrá que empezar desde el principio una y otra vez como en el uno. Aunque el juego es el doble de largo que el primero, una solución para quienes no quieran acabarlo pronto es la de plantearse jugarlo a la antigua. Es decir, que a la quinta vez que muera, de propia volunta, vuelva a empezar desde el principio.
Si un jugador es capaz de dominarlo, Successor of the Skies saca el más difícil todavía, la competición por puntuación. Los puntos se logran matando enemigos, obteniendo medallas y acabando en el menor tiempo posible y con la mayor cantidad de vida posible. De estos cuatro factores, el primero es el importante porque se basa en un sistema de multiplicación. Cuantos más enemigos mates sin recibir un impacto, más vale cada baja, y de este modo se abre la otra variante de juego. No todos los bichos en pantalla son un auténtico peligro, ya que algún son meras comparsas, pero salen en mucha más cantidad. Por tanto, quien quiera hacer muchos puntos, tendrá que dedicarse a matar a los pequeñines en grandes cantidad sin perder el tiempo en matar a los peligrosos, que suelen ser más duros. Este riesgo sólo se puede asumir cuando se tiene mucho dominio sobre la técnica de esquivar o de otro modo acabarás muerto en un instante.