Robox
Dreambox Games firman su primer trabajo con un juego en el que vieja escuela y nuevas ideas se dan la mano en una experiencia rica y, sobretodo, difícil.
RoBox - Análisis
Hablemos de RoBox. Cuando el que suscribe estas líneas entrevistó a los cuatro miembros que conforman Dreambox Games hace ahora poco más de cinco meses en su pequeño estudio en Valencia, se quedó con la sensación de que tenían entre manos un gran título en el que estaban volcando toda su personalidad. Un juego que ya en su versión beta suponía un desafío y que ahora llega a WiiWare con su versión completa. Lo cierto es que resulta totalmente satisfactorio ver cómo esas premisas que la beta prometía se han respetado y potenciado en la versión final, a saber: un diseño totalmente característico y personal, una jugabilidad clásica que incorpora elementos novedosos para enriquecer la experiencia jugable y, sobretodo y por encima de cualquier cosa, una dificultad endiablada no apta para impacientes.
Ya se habló sobre RoBox en las impresiones que salieron resultantes de aquella visita. La premisa del título es muy simple. Un pequeño robot con forma de caja metálica cae de su nave espacial en un planeta desconocido, dañándose totalmente en el accidentado aterrizaje. En este nuevo e inhóspito paraje, tendrá que recuperar todas sus funcionalidades para poder regresar a su nave. Para ello, tendrá que investigar al máximo las diferentes localizaciones en las cuáles encontraremos piezas de ámbar que contendrán unas pequeñas criaturas que nos mejorarán nuestras habilidades. El manejo del robot es bastante sencillo, agarrándose el mando en posición horizontal como un mando de NES, usando la cruceta para movernos, 1 para saltar y 2 para disparar. A medida que vaya avanzando la aventura irán desbloqueándose habilidades que no desvelaremos aquí, y que harán uso tanto de otros botones del mando como del sensor de movimiento. Bien, hasta aquí todo normal. Lo bueno empieza ahora.
Lo primero de todo, una advertencia. RoBox no está enfocado a todo tipo de jugadores. De hecho no está siquiera enfocado a los jugadores a los que les gusten los juegos de aventura. Está enfocado a aquellos que sepan disfrutar de un guiño al pasado, de un guiño a los diseños de niveles desesperantes, con abismos que hay que salvar con saltos calculados al milímetro, con enemigos puñeteros que te vienen en medio de un salto y te lanzan a un abismo desde el cuál tendrás que volver a subir todo lo recorrido, y todo ello llevado por un ritmo de juego muy poco usual. Y es que RoBox, pese a ser un juego de acción, exploración, aventura y plataformas, donde no estás ni un segundo quieto, donde cuando no estás saltando, estás disparando, o esquivando, o las tres cosas a la vez, se podría decir que es un juego lento. Lento de progresión, lento de ritmo, lento de movimiento. Esto, que algunos podrían interpretar como una pega, es sin embargo la mayor seña de identidad del juego, y es que veremos por doquier sitios por donde en un principio no podremos avanzar, o tramos bastante largos en los cuáles no tendremos ni un solo checkpoint, y donde nuestra pericia y el ensayo/error serán los más valiosos aliados para poder seguir avanzando.
La mejora de nuestro protagonista se irá realizando poco a poco. De hecho, la colisión inicial hará que en los primerísimos compases del juego (apenas un minuto) no seamos capaces siquiera de saltar. Progresivamente nuestro robot se irá reparando y adquiriendo habilidades que harán que todo esté más al alcance de la mano, que no más fácil. Para estas reparaciones será necesario encontrar piezas de ámbar que contendrán pequeños microorganismos de diferente tipo que se encargarán de realizar el saneamiento de nuestro protagonista. Sería injusto no romper una lanza a favor del más que original sistema de mejoras de RoBox. Este se basa en un nivel aparte, el interior del robot protagonista, donde utilizaremos a estas pequeñas criaturas, que según su funcionalidad irán activando botones, arreglando cortocircuitos, o habilitando palancas, llevándonos finalmente a estas mejoras. Un desarrollo paralelo totalmente diferente al avance normal del juego que resulta en el contexto una bocanada de aire fresco y que hará que en todo momento estemos deseando encontrar un trozo de ámbar para volver a las entrañas del protagonista a avanzar con las pequeñas criaturas.