Portada » Análisis » RoBox

Robox

Dreambox Games firman su primer trabajo con un juego en el que vieja escuela y nuevas ideas se dan la mano en una experiencia rica y, sobretodo, difícil.

RoBox - Análisis


Ciertamente, esta progresión en las mejoras recuerda, y mucho, a los Metroid en 2D. El hecho de ver partes inaccesibles, de volver sobre nuestros pasos para conseguir mejoras, de ser cada vez más poderoso, o la interconexión entre los diferentes mundos da un aire de déjà vu a la franquicia de Samus. Por suerte los chicos de Dreambox han sabido marcar bien su territorio, y han dotado a su título de su propia personalidad. Y es que si bien se ha comentado que la parte de exploración será importante, y la parte de plataformeo será un infierno inevitable que tendremos que superar para poder seguir adelante mientras eliminamos a nuestros enemigos con el cañón de RoBox, el juego también goza de otros elementos que marcan una clara diferencia en cuanto a experiencia jugable.

Son pequeños y frenéticos momentos, en los cuales el planteamiento de juego cambia por completo. Nos encontraremos con puzzles sencillos a lo largo de nuestra travesía que tendrán una resolución a lo mejor no tan sencilla. Por ejemplo: una pared enorme e insalvable, una seta gigante pero muy bajita, y un elemento ausente que le impide crecer. Subir por el árbol colindante para llegar a un alto donde destruir unas piedras con un salto demoledor, y así permitir que pase la luz que permita a la seta crecer puede llevar varios intentos, a algunos dos o tres, al que suscribe estas líneas casi la decena. En otros puzzles tendremos que llevar objetos de un lado a otro para que interactúen con elementos del escenario que nos abran nuevos caminos. Otro ejemplo son las travesías montados en oruga gigante. En estos momentos tendremos que apuntar con el mando a la pantalla y disparar a todo bicho volante que se nos acerque pulsando A. La dificultad de esto radica en dos elementos: uno, la escasa vitalidad de nuestro protagonista en los primeros compases del juego (tres toques y a empezar de nuevo); y dos la gran cantidad de enemigos voladores que al final se echarán sobre nosotros. Si morimos empezamos de nuevo. Así de simple.

Y es que en RoBox cada fallo se paga caro, por eso hay que ir con cuidado. Como ya se ha comentado, la escasa cantidad de checkpoints y puntos de guardado y teletransporte (que no son lo mismo) nos obligan a ir con pies de plomo para no dar un salto a la ligera, para medir bien los disparos que haremos contra tal enemigo, y para saber cuándo a lo mejor tendremos que sacrificar un tercio de nuestra vida para poder llegar a un saliente.  Por si fuera poco, el entorno será bastante hostil, y encontraremos pinchos y estalactitas que caen del cielo cada dos por tres, y muchas veces bastante bien disimulados. Este elemento es el principal causante de que muchos puedan tirar la toalla con el juego, pero lo cierto es que esta dificultad de progresión hace que cada checkpoint conseguido sepa a una pequeña victoria. A modo de predicción personal, el que escribe este análisis cree que, sin excepción, todo aquel que juegue a RoBox acabará odiando a muerte a la especie de libélulas del primer nivel, y jurará en arameo al tropezar por cuarta y quinta vez con un pincho que las otras tres o cuatro veces anteriores ha pisado.

A nivel jugable sólo queda hablar de los niveles, muy variados y sobre todo grandes, muy grandes, demasiado grandes para un juego en el que no tendremos ningún tipo de mapa orientativo con el cuál guiarnos a través del laberíntico entramado de entradas y salidas a los diferentes niveles. La única guía la tendremos en los puntos de guardado. Tendremos seis en cada mundo, y podremos teletransportarnos de uno a otro. Pero salvo eso, solo contaremos con nuestro sentido de la orientación para saber dónde nos encontramos en todo momento.

En el plano técnico poco hay que decir del trabajo de los chicos de Dreambox Games. Las imágenes hablan casi por sí solas. El diseño de los personajes, tanto del principal como de los enemigos, goza de una gran personalidad, una mezcla entre Wall-E, Cortocircuito y Earthworm Jim, con entornos alienígenas bien representados, y donde la gran mayoría de elementos y sprites están perfectamente integrados. Además, las animaciones de los personajes están a un muy buen nivel y algunos efectos de iluminación, sobretodo a la hora de resolución de puzzles, dotan al título de una bonita vistosidad. En definitiva, genial trabajo artístico. La banda sonora, por su parte, juega a otro nivel. Acompaña en todo momento, si, pero es bastante escasa, y si bien habrá temas como el de la cueva o el de los niveles de la oruga que resultan pegadizos y para nada cansinos, otros como por ejemplo el del primer nivel hará que bajemos un poquito el volumen de la tele tras un rato largo escuchándolo.

En definitiva, un juego completo y original, que como opción a aventura en 2D es más que recomendable. Su dificultad lo convierte en un hueso duro de roer que puede que acobarde a los menos curtidos, y que pique in extremis a los más veteranos que echan de menos esa dificultad y jugabilidad de antaño. Gustará casi seguro a los amantes de los Metroid en 2D, y dará muchas horas de juego, sobre todo los fans de buscar cada objeto oculto y cada mejora inalcanzable. Un ritmo de progresión algo lento en ocasiones y la excesiva escasez de puntos de guardado empañan un gran resultado.

Felicidades a Dreambox Games por su primer juego. Un título muy notable.

 

:: comenta tus impresiones con RoBox en la comunidad ::