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Rayman Origins

La plataforma es bella.

Rayman Origins - Análisis

Qué grandes extras

Hay otro aspecto del juego que ayuda a rebajar el drama, y es la enorme rejugabilidad del título. No solo porque te invita a probar otra vez las pantallas para hacerlo un poco mejor porque sí. Es porque en cada mundo vas aprendiendo una técnica nueva, como por ejemplo, planear tras un salto o el salto doble. Y después las necesitarás para conseguir algunas medallas inaccesibles la primera vez que visitaste tal o cual sitio.

El sistema de poderes está introducido, como las propias pantallas, pensando sus efectos al milímetro. Tanto para el pasado, como para el futuro, porque la dificultad de Rayman Origins va escalando con trampas cada vez más duras.

Pero lo realmente difícil, a la par de grandiosa, es la pantalla extra de cada mundo. Rompe con la dinámica rutinaria de golpear enemigos y se convierte en una auténtica carrera sobre plataformas. Consiste en atrapar un cofre con patas que recorre el nivel a toda velocidad hasta que llega a su meta, un callejón sin salida. Hace falta ser un gran jugador para conseguir atraparle a esa velocidad, pero es tan emocionante que probarás una y otra vez hasta lograrlo una vez que te has aprendido al dedillo la pantalla, los saltos, las trampas y los trucos. Momentos grandiosos que rompen completamente la dinámica del resto del juego.

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Y un tercer momento especial de gran altura, las pantallas shooter. Los personajes se montan encima de graciosísimos mosquitos capaces de disparar y de succionar. Como si Treasure hubiera hecho los niveles, están repletos de series de enemigos a abatir con formaciones cambiantes, zonas de obstáculos, disparos por toda la pantalla y jefes finales.

Sin embargo, hay un gran fallo en el juego que no puedo dejar pasar: los tiempos de carga. Cada vez que entras en un nivel tarda casi medio minuto en cargar, y aunque está aderezado con una bonita pantalla jugable, no es suficiente. Aburre.

Cuanto más lo juegas, más disfrutas de Rayman Origins. Es un juego que va creciendo poco a poco hasta acabar siendo una gran joya para sumarse a esta generación del despertar de los plataformas en dos dimensiones. Te conquista por los ojos y te enamora por su dificultad, siempre y cuando consigas pasar la crisis del primer día. No es nada parecido a un Mario, es completamente original y fiel a sí mismo. Es un Rayman de toda la vida que aprovecha mejor que nadie la tecnología puntera. Uno de los grandes del catálogo de Wii de este año.

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