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Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito

Léase `Portales a la Monotonía´.

Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito - Análisis

A lo largo de todo el proceso de desarrollo de un juego hay que preguntarse de vez en cuando una serie de cosas y tratar de ser autocrítico: ¿Mi juego entretiene? ¿Invita al jugador a invertir su tiempo libre en él? Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito tiene una serie de ideas que bien explotadas podrían dar lugar a un juego sólido e interesante. La mecánica global del juego se realimenta al dividirse entre misiones en mazmorras con las que conseguir dinero y materiales con los que hacer crecer el `Paraíso Pokémon´, un páramo que tu compañero pokémon decide comprar en un claro ejercicio de especulación urbanística, con nuevas instalaciones que, a su vez, te permitirán fortalecer a tu equipo y así poder hacer frente a misiones más exigentes. Un planteamiento parecido al que han llevado a cabo otros juegos como Little King´s Story y con el que dieron con un producto final redondo.

Sin embargo, Portales al Infinito cuenta con una serie de lacras que lastran el conjunto. El principal problema es el planteamiento de las mazmorras, eje principal de la jugabilidad. Estas mazmorras son una sucesión de pisos de estructura aleatoria; pero hechos a partir de las mismas salas conectadas mediante un laberíntico entramado de pasillos. En cada uno de estos pisos, aparte de enemigos que vendrán a molestarte insistentemente, no encontrarás nada verdaderamente relevante. Todo juego centrado en la exploración suele basarse en estimular la búsqueda hasta el rincón más apartado en la consecución de tesoros y otras sorpresas. Las mazmorras de Pokémon Mundo Misterioso, sin embargo, son totalmente anodinas. Mazmorras llenas de cámaras en las que si alguna vez hubo un objeto esperando, ya ha sido robado por un pokémon salvaje al que tendrías que encontrar por mera cuestión de suerte en cualquier punto.

Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito

Por lo tanto, la exploración se verá afectada por dos posturas: peinar el piso por completo, para luego no encontrar casi nada y quedarte con la sensación de haber perdido el tiempo, o buscar las escaleras que te lleven al siguiente nivel lo antes posible, la clásica opción rápida pero que te impide entrenar a tu equipo decentemente. Sea lo que sea que hagas, la sensación final será la misma: monotonía. Atravesar los mismos pasillos, entrar en salas calcadas, derrotar a los mismos pokémon salvajes, buscar las escaleras… todo igual en cada uno de los más de media docena de pisos que puede tener tranquilamente una mazmorra.

Es por este motivo por el que jugar a Pokémon Mundo Misterioso te cansa enseguida. No hay sensación de novedad de una misión a otra, te aburres de hacer siempre lo mismo y probablemente acabes apagando la consola antes de que pase una hora desde que retomaste la partida… o menos de media si te coge con un mínimo de sueño, es un somnífero infalible.

Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito

Realmente el jugador al que le motive el progreso de su paraíso intentará tragarse esta monotonía para conseguir nuevas mejoras. Es el verdadero aliciente que se puede encontrar más allá de conseguir nuevos pokémon y entrenarlos, algo que no es ni la mitad de atractivo en Mundo Misterioso que en los juegos de la serie principal de rol. No obstante, para llegar a ese punto el juego debe intentar enganchar en algún momento al jugador. Desgraciadamente, el tramo inicial de este juego está más cerca de conseguir justo lo contrario: ahuyentarlo.