Portada » Análisis » Mushroom Men: The Spore Wars

Mushroom Men: The Spore Wars

Ratas, topos, conejos y muchos hongos con ganas de convertirte en revuelto de champiñones. Encarnar a un Boletus inteligente no hace más que complicarte la vida.

Mushroom Men: The Spore Wars - Análisis

 Pero no sólo de zurrar usando un lápiz con un trozo de cristal roto pegado vive Pax. Para ser una seta algo paticorta salta bien y puede aprovechar la morfología de su cabeza para planear durante un rato. También tiene poderes paranormales la mar de interesantes: la esporokinesis. Haz crecer plantas o mover cosas con el poder de tu ancha cabeza, y si estás en medio de un combate, emplea estos poderes para rematar a otros hongos. Como viene siendo tradicional en este tipo de "magias", habrá que procurar que el medidor correspondiente esté suficientemente lleno para emplear tus poderes. Cabe mencionar que el uso de esporokinesis requiere el manejo del puntero, según aquello a lo que estés apuntando podrás hacer diversas acciones, como si de una aventura point & click se tratase. Además, a lo largo del juego podremos disponer de ítems especiales para emplear en nuestra aventura, como por ejemplo una mano elástica y pegajosa.

Cada escenario se corresponde con un entorno amplio pero uniforme en su temática: una lúgubre habitación, un restaurante japonés, un cementerio... Quitando el breve tutorial en la aldea y un primer nivel bastante lineal, cada capítulo del juego nos deja solos a nuestras anchas. Y tan solos (prácticamente no se interactúa con personajes que no sean enemigos). Los escenarios son grandes en las tres dimensiones, ya que no suelen consistir sólo en una sala de varios metros cuadrados sin más con sus paredes y sus habitáculos, sino que también habrá que saltar una vez tras otra para escalar hasta el techo. Ríete tú ahora de tu cuarto de baño, que cuando controles a Pax te parecerá un gran valle con sus altas montañas alrededor. Estos niveles invitan a la exploración libre. Si bien cuentas con unos objetivos principales, si realmente quieres controlar todas las armas disponibles tendrás que patearte el escenario. Igualmente hay más premios que incitan a la búsqueda incansable de trastos perdidos: trozos de meteorito (cada X meteoritos recogidos aumentarán tus características), objetos que se traducen en bocetos del juego, etc.

Estos escenarios tienen en principio los obstáculos tradicionales: enemigos acampando a sus anchas (topos, conejos, arañas, escorpiones, otros hongos en pie de guerra...), saltos de todo tipo, escaladas minuciosas, algún que otro puzle... pero hay que añadirles un ligero inconveniente: no tenemos mapa de ningún tipo. Con este pequeño detalle presente, la sensación de soledad es mayor y encontrarse perdido cuando no sabes qué hacer es más común; multiplíquese estos efectos si encima buscas los ítems escondidos no obligatorios sin referencia alguna. También hay que añadirle que el guardado de la partida se hace únicamente a través de Check Points en determinados momentos de la aventura (un par por nivel), así que se quiera o no toca echar un rato largo para guardar la partida. Si bien lo primero puede ser intencionado por parte de los desarrolladores, lo segundo se hace algo incómodo cuando hay prisas de algún tipo. Eso sí, que el no poder guardar la partida cuando quieras no te eche para atrás en el combates, si mueres (sabrás la vida que te queda según lo intacta que esté tu cabeza) simplemente reaparecerás a unos pocos pasos de donde perdiste la vida.