Portada » Análisis » Mushroom Men: The Spore Wars

Mushroom Men: The Spore Wars

Ratas, topos, conejos y muchos hongos con ganas de convertirte en revuelto de champiñones. Encarnar a un Boletus inteligente no hace más que complicarte la vida.

Mushroom Men: The Spore Wars - Análisis

Era un día como cualquier otro, la vida continuaba con su habitual rutina y la humanidad seguía con sus quehaceres. Sin embargo, aquel día cayó un extraño meteorito, no causó destrozos ni daños materiales, por lo que no se le dio mucha importancia. Pero este meteorito emanaba un gas verde que los científicos creían inofensivo. Craso error. Estos vapores alteraron a criaturas más pequeñas, en especial a los hongos, quienes adquirieron inteligencia y empezaron a fabricar y utilizar todo tipo de instrumentos.

 Todo esto suena a la introducción de una película de terror/ciencia ficción de serie B de los años 50; pero no, hablamos de un videojuego del siglo XXI: Mushroom Men: The Spore Wars. Precisamente la primera sensación que te transmite es de estar inmenso en una película cutre de las antiguas, de aquellas donde los monstruos surgían de los pantanos, todo pueblo tenía su hombre lobo local, los insectos eran gigantescos y los marcianos (porque nunca venían de un planeta distinto a Marte) eran verdes, canijos, cabezones, con antenas y ojos negros grandes. Ya que estamos inmersos en una atmósfera propicia, es hora de ir rumbo a la aventura.

Encarnaremos a Pax, un Boletus que, sin darse cuenta, ingirió el pedazo de meteorito que veneraban religiosamente en una aldea de champiñones. Para reponer el daño realizado, a Pax no le queda otra que salir a buscar otro trozo de meteorito... el problema está en que tampoco deja de tragarse todos los trozos de meteorito que va encontrando, así que busca ayuda entre aquellos que pueden saber qué sucede con esos pedazos. Esta búsqueda nos lleva a estar en medio de una guerra entre hongos de diversas especies así como depredadores mamíferos de medio kilo de peso. Estamos solos en un entorno hostil.

 

Pax no es precisamente un ser indefenso, recolecta objetos desechados por los humanos (los encontrarás rompiendo una especie de huevos con sorpresa interna) para construir armas. El catálogo de armas es ciertamente extenso, tienes más de veinte posibles para fabricar. Si bien estas armas ofrecen cierta variedad, a la hora de la verdad se pueden agrupar en cuatro tipos: las cortantes dedicadas a dar estocadas, las cortantes dedicadas a dar tajos horizontales, los contundentes pseudomartillos y cuatro armas más especiales que, usando un tipo de energía o munición, arrasan quemándolo todo o cortan con una sierra giratoria. A medida que vayas avanzando y recolectando ítems, podrás fabricar nuevas armas de estos tipos más potentes. Cabe mencionar que si este apartado ofrece algo de variedad, el combate en sí no es nada del otro mundo. Olvídate de combos, si quieres pasar del ataque simple, como mucho podrás encadenar tres ataques o atacar mientras estás en el aire. La variedad de estilos de lucha sólo la dicta el tipo de arma que uses.