Portada » Análisis » Mario Party 8

Mario Party 8

Mario y compañía tiran los dados por octava vez en un título que pese a que empieza a mostrar signos de falta de novedades, sigue manteniendo la diversión de sus mejores entregas.

Mario Party 8 - Análisis

Análisis Mario Party 8

Hablar de Mario Party a estas alturas supone referirnos a una saga que, sin comerlo ni beberlo, se ha convertido en una de las más veteranas del fontanero de Nintendo junto quizás a Mario Kart, y que ahora llega a su octava entrega en una plataforma que parece estar hecha especialmente para el género que nos ofrece el título. Desde que saliera su primera entrega en Nintendo 64, Mario Party se ha caracterizado por constituir una serie de títulos de una jugabilidad endiablada y una competitividad peligrosa (en mi casa en el pasado se llegaron a las manos con títulos de la saga), que le han permitido sobrevivir hasta ahora.

¿La premisa de estos juegos? Muy simple. Tableros ambientados en el mundo de diferentes personajes, cada uno con sus peculiaridades, en el que cada jugador tendrá que amasar el mayor número de monedas posibles en pos de poder comprar las preciosísimas estrellas, el precio de las cuales variará según el tablero donde juguemos. Estas monedas las conseguiremos, básicamente, a través de un número bastante elevado de minijuegos en los que podrán participar hasta 4 jugadores, y donde nos encontraremos con pruebas que plantearán un sistema y u otro de control para superarlas. Aun así, como juego competitivo, también podemos recurrir a técnicas menos limpias y rastreras, como robarles objetos, monedas e incluso estrellas a nuestros adversarios, así como enviarlos a la casilla de salida, alejándolos de la ubicación donde se puedan adquirir estrellas. Nuestro movimiento, como cualquier juego de tablero que se precie, se basará en tiradas de dados, la cual realizaremos con un simple movimiento del Wiimote hacia arriba en esta nueva entrega.


Se podría decir que el esquema se ha mantenido así desde el primer título de esta saga, y en esta octava entrega no se han producido cambios realmente significativos, lo que tampoco es mala cosa, teniendo en cuenta el enorme grado de adicción que crean los Mario Party. Ahora el título que nos ocupa se ambienta en una feria, donde el colorido, el confeti y las carpas circenses harán acto de presencia. Es a través de estas carpas y tiendas donde podremos acceder a los diferentes apartados que se nos ofrecen. Hay que mencionar que al empezar una partida, esta se vinculará al Mii que previamente elijamos, los avances que realicemos se quedarán guardados en una de las tres ranuras disponibles para ello. También se  han añadido algunos personajes que antes no estaban para controlar; se han incluido unos caramelos que tendrán efectos diversos, se han creado 6 nuevos tableros o mundos donde desatar toda nuestra competitividad, y por supuesto, se han adaptado las decenas de minijuegos de los que dispondremos a las posibilidades que ofrece el mando de Wii, si bien es cierto que no explotará estas características únicas del control tanto como por ejemplo Wario Ware.