Portada » Análisis » Crash: Lucha de Titanes

Crash of the Titans

La última aventura plataformera de lo que fue casi una mascota Sony en la última consola Nintendo... y otras cuántas más.

Crash: Lucha de Titanes - Análisis

En cuanto a la presentación del juego, las criaturas, amigos y enemigos, rebosan originalidad y están bien modeladas, aunque las animaciones son algo rígidas. Los escenarios son bonitos, coloridos y variados: la selva, ruinas, aserraderos, fábricas, volcanes... aunque pecan de falta de detalles.


Son muy sólidos, sin fisuras, aunque a costa de limitar bastante la carga poligonal y mostrar demasiados ángulos. A medida que avanzamos nos damos cuenta que todos los exteriores han sido diseñados de la misma forma y que sólo han cambiado los colores, ya que las texturas son completamente planas. Se echa de menos más trabajo en los efectos de luz y mejor trato para el agua / lava / acido o incluso añadirle a las ruinas alguna liana que no sirva para colgarse, sólo de adorno, todo habría ayudado a otorgarle al título más riqueza visual.

En último lugar queda hablar de la duración. Poca, muy poca. Entre seis y ocho horas tardaremos en salvar nuestras adoradas islas. Al acabar cada nivel nos puntúan tres elementos: enemigos abatidos, robot destruidos (hay tres "escondidos" en cada escenario) y golpes consecutivos. Dependiendo de cómo lo hayamos hecho desbloquearemos más o menos secretos. Además, hay misiones que tendremos que cumplir a lo largo del juego como derrotar o dominar un número determinado de veces a un enemigo en concreto y en cada escenario hay una galería de bocetos del juego y una fase de bonus también "ocultas", así que si queremos tenerlo todo, todo, todo pues alargaremos la vida del juego hasta las diez o quince horas. Si, por un casual, nos hemos dejado cosas en un escenario, tranquilos podremos repetirlo cuantas veces queramos.

La impresión general que se le queda a uno después de jugar a Crash of the Titans, tanto por el tratamiento visual, como el desarrollo, como los diálogos es que estamos ante un juego creado para los pequeños de la casa y al que los más experimentados podemos encontrar entretenido, pero sólo un ratito. No desagrada, no es malo, pero se queda corto y es sosete. Aunque ojo, cuesta 39 euros. Si a alguien le vale el apunte, me recuerda a los juegos de Máximo, las dos partes.