Usar el logo de Wii U para sacar más dinero en Kickstarter
Prometer versiones de consola que nunca van a existir.
Hace tan solo unos días publicamos una noticia sobre cuatro nuevas campañas de Kickstarter que tienen a Wii U en su punto de mira. Solo un día más tarde apareció otra más. Y se suman a una larga lista de juegos que, en principio, podrían llegar a la eShop. Podrían, si no fuera porque en realidad hay muy pocas probabilidades de que lo hagan. Los oportunistas saben pescar en este río revuelto y es fácil echarles el ojo.
De entre todos los tipos de proyectos de financiación colectiva relacionados con videojuegos, cada vez se dejan ver con más frecuencia los que buscan conseguir dinero de varios tipos de perfiles de jugadores a sabiendas de que no están preparados para ofrecer lo que prometen. La estrategia es casi siempre la misma: primero hacemos la versión de PC, dicen, y luego lo adaptamos a las consolas. La razón es clara, y es que solo tienen capacidad para hacer la primera, el resto ya se verá cómo y cuándo. Por suerte hay estudios como Curve o Two Tribes que se están preparando para encargarse de estos ports con muy buenos resultados.
Es cierto que muchas veces hay desarrolladores honestos que solo están tratando de atender las peticiones del grupo de fanáticos que asaltan todos los foros pidiendo cualquier juego que les guste aunque solo sea un poquito para la plataforma que ellos tienen. Pero detrás se esconden otros que juegan a la matemática y saben que pueden sacar un buen puñado de euros de los compradores de Wii U o PS4 que después ven cómo el juego que esperaban para la eShop o PSN se queda en una copia de Steam que no les satisface del mismo modo.
El caso más exagerado el de los estudios que “anuncian” esos objetivos para consola cuando la campaña ya está en marcha, y no porque les sobre el dinero como Mighty No. 9 si no por todo lo contrario. Hemos llegado a ver casos tan absurdos como el de Temporus, que pidió más del doble de lo que llevaba para salir en Wii U a 9 días de concluir. Al final consiguió su mínimo por los pelos (que para mi eso suele significar que los creadores pusieron parte de su bolsillo). Y no es el peor caso de todos, es el que recuerdo ahora. Quiero dejar fuera de este saco el caso de Armikrog, que si bien es cierto que siguió este patrón, la cantidad que pedían para Wii U era solo un 5% más que el mínimo para PC (950.000 euros).
Hace mucho tiempo que tengo claro que algunos de estos pequeños estudios de Kickstarter saben de sobra que no van a llegar a esos objetivos para consola, pero aun así los ponen porque sacan unos euros extra de algunos incautos que se dejan llevar. También me cuesta creer que haya usuarios tan poco previsores que no sean capaces de ver que esa versión que desean nunca va a existir, que están financiando el mínimo.
La estrategia ha podido dar resultado por un tiempo pero más les vale empezar a cambiarla porque lo normal es que los participantes de las campañas de financiación colectiva comiencen a darse cuenta de esta treta. Que para mi es casi una estafa porque realmente el producto adquirido no es el deseado (por mucho que no haya realmente ninguna mentira en el proceso). Más seriedad en las plataformas, en las adaptaciones y también en las fechas de lanzamiento, los tres puntos por los que se le está escapando la vida a esta forma de crear videojuegos.
El boom de Kickstarter ha dado lugar a muchos éxitos y muy pocos escándalos. Está sirviendo para que los estudios independientes escapen del yugo de los editores y sus comisiones. Pero todavía queda mucho por pulir para que esto no se convierta en una burbuja más. Consumidores, un poco de cabeza por favor, no os dejéis llevar por cantos de sirena.