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Raving Rabbids: Regreso al Pasado

Y regreso a los minijuegos.

Raving Rabbids: Regreso al Pasado - Impresiones - Avances

Un día cualquiera, allá por 1955, el doctor Rabbid Brown recibió un fuerte golpe en la cabeza. La conmoción hizo que surgiera en su mente una visión: el condensador de fluzo. Tras gastar toda la fortuna de UbiSoft, numerosos gritos y un par de viajes a la luna para comprar piezas, los rabbids consiguieron terminar su nuevo invento: la máquina del tiempo “Un momento, Doc ¿Me estás diciendo que has construido una máquina del tiempo... con una lavadora?” “Marty MacRabbid, yo creo que si vas a hacer una máquina del tiempo en un coche ¿por qué no en una lavadora con clase? GRUAAAAAAARRRRRGGGHHHH!!!”.

Al alcanzar los 140 gritos por hora, la lavadora llevó a los incautos Rabbids al pasado, un pasado no muy lejano en el que sus vidas estaban rodeadas de minijuegos. En Regreso al Pasado, tenemos la ambientación clásica de la joven franquicia: gracias algo infantilonas pero con bizarradas en dosis industriales. Lo absurdo de cada situación llega a tales cotas que las risas volverán a aparecer una vez más, como viene siendo habitual.

 

Dado que este año toca competir en el terreno de los minijuegos con el gigante de Nintendo, WiiParty, Regreso al Pasado deberá poner toda la carne en el asador para no estrellarse con un camión de estiércol en plena carrera. Los minijuegos de uno y otro juego mantienen sus particulares diferencias. WiiParty suele recurrir a minijuegos más directos. Los Rabbids, sin embargo, tienden a apostar por minijuegos algo más largos y elaborados. Una carrera de obstáculos por los bosques y riachuelos de Camelot es buen ejemplo de este patrón. Más de dos minutos corriendo y saltando en una carrera que con amigos puede dar sus buenos momentos con los piques habituales; pero que se llegan a hacer eternos contra la IA.

Hay lugar tanto para la pura competición como para la cooperación por parejas. El cielo tormentoso en el que Benjamin Franklin se dedicaba a volar cometas es el trasfondo de uno de los tipo “todos contra todos” en el que los cuatro conejos revolotean con sus alas artesanales para conseguir globos que añadir a su cola. Este minijuego, que parece como si los gusanos de los móviles de toda la vida se vieran y decidieran que no se gustaban nada entre ellos, se terminó convirtiendo en un caos absoluto. Filas de docenas de globos del mismo color, ansias por atravesarlos para robárselos al otro jugador... y un control algo confuso que entorpecía un poco a la hora de maniobrar en el aire. Se echa en falta una descripción más clara y detallada para cada minijuego.