Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito
Mami, quiero ser pokémon.
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Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito es uno de esos juegos que salieron para aplacar las necesidades de los aficionados de Pokémon. A pesar de ser una de las sagas más prolíficas de Nintendo, las entregas principales se dejan desear, no hay más que ver lo que está ocurriendo con Pokémon X e Y, e ideas no faltan en los talleres de Nintendo.
Olvidad la captura compulsiva de Pokémon, los eternos combates, los paseos por el mundo y el estudio del rival para crear la mejor estrategia de combate. Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito es un título mucho más asequible y sencillo, con una historia más sencilla y un sistema de combate más simple. En pocos minutos te has habituado a los controles y te mueves por las diversas mazmorras con solvencia, luchando contra pokémons errantes y correteando por ahí.
La propuesta de esta subsaga de Pokémon es bien sencilla. No hay humanos de por medio, sólo los simpáticos pokémon. Ellos son los absolutos protagonistas, habitantes de su propio mundo, con sus preocupaciones y alegrías. Nosotros somos un chico que, de forma misteriosa, es transformado en un pokémon (a elección del jugador) y es introducido en su mundo, donde deberá vivir como uno de ellos a medida que descubrimos por qué estamos ahí.
Hay que reconocer que los primeros momentos de Pokémon Mundo Misterioso: Portales al Infinito son algo pesados. La culpa puede ser que la historia es demasiado simple y tópica y que se extiende demasiado en los diálogos antes de entrar en el meollo. Después de elegir ser un pikachu (Semper fidelis a lo clásico) llega el momento de ayudar a los habitantes de Villa Reposo y comenzar a vivir entre ellos.