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Presentación de The Legend of Zelda: Breath of the Wild en Madrid

Libertad sin límites acompañados por Satoru Shibata

The Legend of Zelda: Breath of the wild

Un rato después y ya a los mandos de una Wii U debidamente protegida ante posibles robos o alteraciones, probé Zelda.

La primera demo, de 15 minutos, es un estar en mitad de la llanura y hacer lo que te dé la gana. Es el juego donde esta afirmación es más cierta que en cualquier otro. Correr, escalar, agacharse, combatir a espada, antorcha, rama, hoja, pedradas, arco… todo vale en The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Por poneros un ejemplo, tiré una roca cuesta abajo y se quedó encallada en un pequeño saliente, por lo que la fuerza bruta no valía para moverla, solo para cansar a Link, así que se me ocurrió talar un árbol en un ángulo tal que aterrizara sobre el pedrusco y lo desplazara, y así pasó. La física al servicio de la jugabilidad 3D.

Pasa exactamente igual a la hora de llegar a nuestro destino o cuando afrontamos una batalla, no hay una sola opción buena. ¿Qué no logramos hacer un puente lo suficientemente largo a base de troncos? Bueno, siempre podemos escalar a un punto lo deficientemente alto e intentar cruzar en paracaídas o arrastrar objetos ferrosos con nuestro potente imán para así crear una nueva estructura que nos permita el paso.

Las posibilidades y caminos son tantos que ahí es donde reside el principal hándicap para el nintendero de toda la vida. Hay que cambiar el chip, ya no vale eso de espada, escudo y el objeto recién descubierto para pasar la mazmorra de turno, además, ahora no hay un orden claro a la hora de afrontar la aventura. Esto parece que se solventará con enemigos a priori indestructibles pero que con el equipo adecuado morderían el polvo, seguro.

Todo suena muy bien, nos pusieron los dientes largos con los vídeos del Treehouse y a los mandos las sensaciones son las mismas, lo que cambió un poco sobre mi juicio preestablecido fue el aspecto gráfico del título.

Antes de nada aclarar que es una demo y por lo tanto hablamos de un producto aún en fase de desarrollo, es más, se comenta por ahí que esto mismo que jugamos lleva rulándose por estudios internos ya seis meses, así que el margen de mejora es amplio, pero ahora mismo podemos hablar de ciertos, no errores, pero sí deslices gráficos.

En las tomas cercanas el juego se luce, aunque visto al natural el juego, efectivamente, parece de Wii U, con todo lo que ello conlleva. Texturas reguleras en algunas ocasiones, popping lejano pero apreciable y carga de elementos según nos acercamos a ellos son algunos de los trucos que el estudio ha tenido que utilizar para mantener en pie esa fenomenal distancia de dibujo, todo sea dicho. Se nota que hay gente de Monolith soft trabajando aquí, perros viejos ya, pues los problemas que vimos en Xenoblade Chronicles X aquí siguen presentes pero mucho menos acentuados.

Aunque sí, gráficamente tiene algunos peros, no podemos decir lo mismo del apartado artístico, sonoro o de las animaciones. La música del tráiler no hace justicia a lo que suena en la segunda demo cuando abandonamos el primer santuario y se descubre ante nuestros ojos esa maravillosa y verde extensión de terreno, una planicie con sus accidentes de terreno más o menos pronunciados dispuesta a ser explorada por nosotros desde el momento uno. Y ahí nos espera el famoso anciano, pero si queremos podemos no hablar con él, igual que podemos aventurarnos al mundo en calzoncillos, todo depende de nuestras decisiones, las cuales no vienen forzadas como en otros RPGs sobre todo occidentales. Hablando de Occidente, este Zelda bebe de juegos del Viejo Continente, queda patente solo viendo que hay que comer o cocinar y que tanto armas como armaduras tienen diferentes puntos de ataque y defensa, pero en su defensa dirá que, analizándolo en profundidad, estos beben del primer The Legend of Zelda, o lo que es lo mismo, este Breath of the Wild no es sino lo que deberían haber sido las entregas anteriores, algunas de las cuales ahora huelen a estancado después de probar lo nuevo y muy posiblemente último de Wii U.

The Legend of Zelda ha permanecido, salvo por contadas entregas, inamovible en sus cimientos desde Ocarina of Time y este Breath of the Wild viene a romper con esos esquemas pero sin olvidarse de con qué intenciones nació allá por el año 1986.

The Legend of Zelda: Breath of the Wild son los anhelos de su creador, Shigeru Miyamoto, hechos realidad.

Y yo ya he podido probarlo.

Y tengo una foto con Shibata.

 

Fotografías por David Vicente Estrada, PlayerNintendero