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Los nuevos Juegos de Rol japoneses

Sólo evolucionando se puede sobrevivir.

Un chico de 15 años vive en un tranquilo pueblo. Su mejor amigo es un chico sencillo y algo corto de entendederas, pero leal y buena gente. Su mejor amiga es tímida, siente una extraña fascinación por la cocina y todo apunta a que tarde o temprano tendrán más que amistad. Un día, mientras los tres están explorando las ruinas que hay al lado del pueblo, éste es arrasado y sus habitantes, aniquilados. ¿He mencionado ya que el chico protagonista esgrime una espada?

¿Os ha sonado de algo? Si eres aficionado a los juegos de rol japoneses seguro que sí. Probablemente el mayor lastre que arrastra este género sea la propia idiosincrasia del mercado japonés.

Juegos de Rol japoneses 

Dos protagonistas, dos juegos y la misma historia

Choque de culturas

En primer lugar: a los japoneses no les gustan las sorpresas. Esto puede parecer contradictorio viniendo de un país cuyo consumismo funciona a base de nuevas modas (muchas de ellas completamente desconcertantes), pero lo cierto es que, a la hora de tener una historia entre las manos, al japonés le gusta que siempre aparezcan ciertos elementos y se encuentra cómodo ante patrones fijos en personajes, historia y estética. Unamos esto al hecho de que el grueso de las ventas de los juegos de rol son en Japón y llegamos a la conclusión de que las desarrolladoras aciertan cuando hacen estos juegos al gusto de este mercado.

A los ojos de los occidentales resulta muy diferente. Después de los primeros años de sorpresa, en los que descubríamos el género, los juegos de rol japoneses empezaron a sabernos un poco como unas sobras recalentadas. Lo que a un japonés le gusta porque es lo esperable (como que el verdadero malo final aparezca en las dos últimas horas de juego) a nosotros acaba por aburrirnos. El típico personaje bufón que, además, tiene pinta de bicho raro es una figura familiar para el japonés; el occidental carga tintas y balas contra el Jar Jar Binks de turno.

A los japoneses no les gustan los mundos abiertos, sino saber exactamente cuál es el siguiente paso que dar. Esto también se aplica a la trama y a las absurdas situaciones en las que puedes elegir diálogo y te puedes estar media hora hasta que, por fin, escoges la opción que el guionista quería. A los occidentales nos gusta la personalización, la libertad de acción y los mapas que explorar sin prisa. Y la acción: nos encanta la acción directa y sin turnos.

El interés creciente que varios de los grandes nombres japoneses han mostrado por las producciones occidentales (Shinji Mikami, Hideo Kojima, Shigeru Miyamoto…) parece haber calado, por fin, en el género japonés por excelencia: los juegos de rol.