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25 años de Castlevania

Un látigo para matarlos a todos...

Si hay algo que siempre me ha llamado la atención de la saga Castlevania es el arma que sirve de nexo de unión para toda la saga: el Matavampiros. Allí donde la tradición marca que sea una estaca de madera la que deba clavarse en el corazón de Drácula, allí donde hay que cortar la cabeza y llenar la boca de ajos al nosferatu y donde los símbolos sagrados como las cruces sirven para ahuyentar al Señor de las Tinieblas, Castlevania inventa su propia tradición y crea un poderoso látigo que pasa de generación en generación de la familia Belmont, el clan elegido para acabar con el Conde Drácula cada cien años.

A lo largo de cada juego de cada época de la franquicia, el Matavampiros estaba más o menos presente y gracias a él hemos disfrutado a lo largo de 25 años de una de la mejores franquicias de la historia de los videojuegos. Un franquicia que es también de las que más ha evolucionado y que siempre ha destacado porque en cada etapa ha contado con grandiosas entregas.

Los primeros años

Castlevania se dio a conocer como casi todos los grandes juegos japoneses de la época: con la NES. En realidad, el primer Castlevania salió en un formato intermedio, el Famicom Disk System, un sistema de discos que se acoplaba a la Famicom (el nombre de la NES en Japón) que cayó muy rápidamente en desuso. También hubo una versión para el ordenador MSX, pero la verdadera fama la alcanzó el cartucho de la NES, al igual que sus inmediatos sucesores.

Encarnando a Simon Belmont y empuñando el Matavampiros, nuestro deber era adentrarnos en el interior del castillo del Conde Drácula e impedir su resurrección. Por el camino teníamos que acabar con muertos vivientes y bestias míticas de la tradición de terror europea, como Frankenstein, momias y hombres lobo. Un plataformas con toques de beat´m up que ya desde el primer momento destacaron su ambientación fantasmagórica y su espectacular banda sonora que, a pesar de haber tenido a varios compositores (mujeres en su mayoría) siempre ha conservado su toque.

Castlevania II: Simon´s Quest hizo algo que hoy sería impensable: cambiar la dinámica. Hoy en día si algo tiene éxito a nadie se le ocurre tocarlo. En los años 80, habiendo sido Castlevania un éxito indiscutible, se decidió dar un giro a la mecánica y convertirlo en un juego de rol con exploración de plataformas y una dificultad endiablada. Influencia de los ciclos de día y de noche, subidas de nivel y una historia mucho más oscura para consagrar la saga. Cabe destacar que esta fue la época en la que Nintendo sacó en los EE.UU una serie de dibujos animados llamada Capitán N: el Amo del juego en la que un Simon Belmont (que no tenía absolutamente nada que ver con el original) era uno de los protagonistas, siempre acompañado de la melodía de este Simon´s Quest.