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Zombie Panic in Wonderland

¿Blancanieves matando zombies con una metralleta? ¿Pero esto qué es?

Zombie Panic in Wonderland - Análisis

Quizá que los enfrentamientos contra los jefes finales tuvieran algo más de gracia. En ellos todo lo que tendremos que hacer es disparar de cualquier manera y esquivar sus ataques hasta que finalmente caigan. La mejor lucha es la primera, por las distintas fases del monstruo durante el combate, pero en este sentido Zombie Panic va a menos. No es aconsejable seguir ninguna estrategia concreta y no se nos sorprende con distintas transformaciones de los rivales. En este sentido se ha perdido una oportunidad para hacer el juego más interesante.


El modo historia tiene alrededor de una decena de pantallas y cada una nos durará alrededor de cinco minutos (dependiendo del nivel y de la dificultad), por lo que resolveremos todo el juego en unas dos horas sin mucha complicación. Cada una de las fases se ha alargado al máximo para aumentar la durabilidad del juego, lo que a veces provoca que acabemos algo hartos de derrotar oleadas y oleadas de monstruos en el mismo escenario. Aún así se disfruta, y tiene pinta de que Zombie Panic puede ser ese canal de la Wii al que siempre volveremos para provocar el caos una vez más en alguna pantallita suelta.

El argumento se narra entre fase y fase gracias a unas tiras de cómic manga animadas. La calidad del dibujo es destacable, y hacen muy divertidas las aventuras de Momotaro y compañía. Aunque habrían quedado mucho mejor si hubieran sido acompañadas de varios temas musicales adaptados a las situaciones y no de la misma melodía monótona durante toda la historia. En el apartado musical destaca por encima del resto el Tema de Momotaro, el cual acompaña al jugador en los primeros compases del juego.

Zombie Panic in Wonderland es un bonito tributo a la cultura japonesa y mezcla los cuentos infantiles con los zombis de forma irreverente y algo gamberra. Sin embargo no va a ganar el premio al juego del año debido a su escasa duración y a su desarrollo irregular. Al fin y al cabo, es un mata-mata que se termina en una tarde. Pero un mata-mata muy bonito y original.

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