Shin Megami Tensei IV
El RPG más oscuro y maduro de Atlus, para Nintendo 3DS
Shin Megami Tensei IV - Análisis
Su llegada al viejo continente se ha dilatado más de lo esperado, pero finalmente Shin Megami Tensei IV ya está con nosotros, aunque todo sea dicho, no lo ha hecho en las condiciones que se esperaba para un juego de su talla. Porque aunque el dígito que acompaña al nombre puede dar lugar a engaños, la saga Megaten una de las más longevas e importantes en cuanto a JRPGs y ahora son los usuarios de la portátil de Nintendo los que pueden disfrutar con ella.
Dioses, demonios y samuráis
Para esta cuarta entrega exclusiva de Nintendo 3DS, Atlus nos invita a adentrarnos en el mundo medieval de Mikado. Al igual que en el Medioevo, su sociedad está segmentada entre la nobleza y la plebe y en este marco nos encontramos nosotros, un joven que acaba de alcanzar la mayoría de edad y junto a otros coetáneos tiene que superar la prueba del Ritual del Guantelete. Superarla supone decir adiós a tu anterior estatus social y convertirte en un samurái, los guerreros que protegen el reino frente a amenazas demoníacas.
En nuestros primeros pasos por el reino de Mikado nos moveremos de una localización a otro mediante menús asemejando su jugabilidad a la de una novela visual, pero una vez nos adentremos en la primera gran mazmorra del juego, Naraku, pasaremos a controlar al personaje desde una perspectiva en tercera persona e iremos cumpliendo las diversas misiones que se nos irán asignando. Y es que la historia de esta cuarta entrega se mueve al paso de las diversas misiones principales que vamos completando.
Y no, el que busque una gran historia no la encontrará en Shin Megami Tensei IV, pues es hasta en cierta medida predecible y tampoco da impresión de que Atlus haya pretendido lo contrario, pero sin embargo lo que sí se encontrará aquel que lo juegue es un argumento más oscuro y maduro de lo que estamos habituados a ver en los actuales y estereotipados JRPGs; una trama en la que las decisiones morales que tomemos a lo largo de la aventura marcarán el último tramo del juego, desembocando en uno de los cuatro finales con los que cuenta esta cuarta entrega.
También hay que mencionar que si bien en el reino medieval de Mikado todo es mucho más luminoso, en la otra cara de la moneda, Tokio, la oscuridad es la reina. Una dualidad de universos que no se queda en lo visual, sino que también se palpa en su jugabilidad. En la capital nipona los menús de navegación dan paso al sistema clásico de la saga, el de un mapa por el que moverse de un lugar a otro mediante un puntero. Dentro de cada localización la vista vuelva a situarse en tercera persona para mostrarnos un Tokio decadente y repleto de demonios que al vernos nos darán una “cálida” bienvenida.
Pese a sus texturas, el apartado visual de esta cuarta entrega está muy por encima de la media de lo que estamos acostumbrados a ver en la portátil y lo mismo se podría decir de su apartado artístico y su soberbia ambientación. Los personajes en 3D están bien detallados y esto se aprecia mejor con los elementos de personalización que han introducido, así como también están a un gran nivel los diseños de personajes obra de Masayuki Doi (Trauma Center). Pero siempre hay un pero y en este caso se encuentra en unos sprites bastante pobres que se usan para representar, de forma más alejada, a los personajes secundarios.
Pero sólo con lo visual y lo técnico no se lograría una buena ambientación y es por ello que su banda sonora juega un papel crucial. Como siempre, pueden gustar más o menos pero ni los temas nuevos ni los clásicos que se han remezclado desentonan con las diversas situaciones, más bien todo lo contrario.