Rayman Raving Rabbids 2
Los conejos vuelven para invadir el mundo con sus desatascadores. ¿Se atascarán?
Rayman Raving Rabbids 2 - Análisis

Retrocedamos un poco en el tiempo. Allá en los albores de Wii, apareció como juego casi de lanzamiento Rayman Raving Rabbids. Un Rayman diferente, un spin-off en toda regla hecho a base de minijuegos y conejos. Los primeros eran buenos para ser pioneros en el uso del mando, pero fueron los segundos los que hicieron que la propuesta cuajara. El resultado fue un juego con buenas ideas y buenos diseños, aunque cojeante del modo multijugador al no tener apenas minijuegos para varios jugadores simultáneos.
Las ideas perduran, y se supone que el éxito aumenta el presupuesto. Si a eso le añadimos una cantidad de tiempo mucho menos ajustada que la de un juego de lanzamiento, hay razones para pensar que Rayman Raving Rabbids 2 podría ser un buen party-game al incorporar multijugador simultáneo. Aun teniendo en cuenta muchos de los últimos productos de Ubisoft, y que esta secuela tiene una orientación más casual.
Y es verdad, al encender la consola, promete. Esta vez los conejos invaden el mundo real, aprovechando la ocasión para destrozar lugares emblemáticos de todo el globo y parodiar toda clase de tópicos. Al menos eso parece al ver la excelente introducción, hecha a base de vídeo real con conejos renderizados.
Pero nada más terminar esta secuencia, todo cambia. El mismo globo terráqueo que aparece en las pantallas de carga ya tiene mal aspecto. Y en cuanto se sale al menú (representado como un centro comercial), se confirma esta apariencia. Es decir, los gráficos son terriblemente malos. Modelados de escasos polígonos, texturas sosas, mala iluminación y dientes de sierra por doquier. Lo único que se salva es la animación de los personajes en la mayoría de situaciones. En pocas palabras, su antecesor era mejor gráficamente.
Pero los gráficos no lo son todo. Para empezar a jugar, toca seleccionar un viaje, bien sea solo o en compañía. Como de costumbre, es más recomendable la segunda opción; en el peor de los casos los conejos proporcionan risas y anécdotas memorables entre amigos.
Estos viajes se componen de seis minijuegos ambientados en un mismo continente (aunque resulta curioso ver a México dentro de Sudamérica). Lógicamente, cuando terminemos el viaje podremos jugar por separado a los minijuegos desbloqueados. Además, podremos crear viajes propios ellos.
El planteamiento parece interesante, al menos de cara al multijugador. Porque cuando juega uno solo, pronto deja de parecerlo. Se ofrecen dos niveles de dificultad: Fácil y Normal. Y aunque oír que los juegos actuales son demasiado fáciles está a la orden del día, aquí esa crítica es difícil de rebatir. El modo Fácil es lo bastante sencillo como para aburrir enormemente a cualquiera que lo juegue más de media hora; mientras que el modo Normal resulta casi igual para cualquiera que esté habituado a los controles de Wii. Por lo tanto, en este juego no se puede hablar de curva de dificultad. Si acaso, de una enorme llanura.
El nulo reto que propone ayuda a acortar la duración escasa de los cinco viajes, así que no será extraño ver todos los minijuegos desbloqueados (alrededor de 50) en menos de tres horas, o incluso de dos. Pero al ir a personalizar a nuestro conejo (o a Rayman en su defecto) veremos una enorme cantidad de ítems por conseguir. La manera de obtenerlos se deduce pronto: batir los récords predeterminados. Y esto, que en su antecesor era a veces cuestión de horas, aquí no suele pasar del tercer intento (No es de extrañar jugar a un minijuego por primera vez y batir la susodicha marca).