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Muramasa: El Sable Maldito (The Demon Blade - Oboro Muramasa Youtouden)

Muramasa llega a Wii con un claro propósito: asombrar.

Muramasa: el Sable Maldito - Análisis

 Será crucial saber cuál de las tres armas a nuestra disposición emplear, cuándo defendernos, esquivar, curarnos o cambiar de sable para evitar que se nos rompa.

La durabilidad de nuestros sables es la piedra angular de los combates, hecho que se hace especialmente patente en los enfrentamientos largos. Ahí prima la estrategia y aprender rutinas de combate, no precipitarse y acertar con la combinación de golpes especiales y, sobre todo, que no se nos rompan el sable, ya que nos quedaríamos completamente vendidos. Una ráfaga relampagueante de media docena de enemigos puede acabar con el arma con el mejor poder rota en mil pedazos y complicarnos aún más un combate desafiante.

El sistema de desarrollo de los personajes sigue las pautas de un RPG, ganando experiencia y mejorando atributos, pero lo realmente adictivo es el sistema de forja de armas. Nos embargará poco a poco un afán de coleccionismo desmedido y acumularemos almas y pararemos en cada restaurante para comer y ganar espíritu: los dos ingredientes para que el propio Muramasa ponga su arte a nuestro servicio y  nos forje armas nuevas. Existen tres ramas principales de sables: los exclusivos de Momohime, los exclusivos de Kisuke y los compartidos, que forman parte del completísimo contenido rejugable del título.

Dependiendo del nivel de dificultad que escojamos, los enemigos harán más o menos daño y tendremos más limitado el menú del juego para usar objetos de recuperación. Así pues, el nivel sencillo (Muso) no precisa de mayor planificación, mientras que el difícil (Shura), exigirá preparar nuestra mochila de antemano con objetos de acceso directo en el combate (esto es, sin pasar por el menú de juego) que restauren vida o durabilidad del sable. Sin duda, es un acierto que se pueda modificar el nivel de dificultad en cualquier momento (salvo en medio de un combate, se entiende) ya que esto hace casi imposible que nos quedemos atascados si no queremos. Y es que el nivel Shura es difícil de verdad, aunque no inmisericorde. Obtienes resultados, pero poco a poco. Te concede triunfos en su justa medida, haciendo que el jugador sienta que avanza ganándoselo a pulso, pero sin desmoralizarlo con desafíos imposibles (aunque estos existan).

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Y cuando todo ha acabado, cuando hemos echado el resto con los combates finales y soltado la lagrimita con los créditos, cuando nuestro contador de tiempo jugado llega a las veinte horas, tenemos por delante, como poco, diez más si queremos desbloquear todas las armas, conseguir los mejores accesorios, enfrentarnos a los retos más duros y, al final del todo, contemplar los finales especiales.

Muramasa: El Sable Maldito es una joya producto de un larguísimo proceso de refinamiento, estético y jugable. Sutil con las formas, pero contundente en los efectos. Una ventana abierta al Japón más tradicional, una experiencia visual única que va más allá y nos desafía a sacar al mejor jugador que llevamos dentro.

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