The Legend of Zelda: A Link Between Worlds
Un vistazo al overworld del nuevo Zelda de 3DS.
[E3 13] Impresiones The Legend of Zelda: A Link Between Worlds - Avances
Teniendo en cuenta que el nuevo The Legend of Zelda: A Link Between Worlds sale en Nintendo 3DS este otoño, uno cabría de esperar una demostración mucho más profunda de lo que es capaz de ofrecer en una feria tan importante en el E3. Sin embargo, Nintendo ha ninguneado de una forma muy llamativa este juego. Primero, se le negó su espacio en la Nintendo Direct y, luego, se ofrece una demostración que amplía en muy poco más lo visto en la primera que se enseñó, apenas una horas después del anuncio del juego.
Si hace un mes se ponía a disposición del jugador una mazmorra desligada del mundo exterior, una serie de puzles que conformaban una de las habituales mazmorras de Zelda, ahora lo único que se ha hecho es unir esa mazmorra al dicho mundo al que pertenece. Al principio, se podía elegir entre explorar el mundo exterior o comenzar directamente dentro de la mazmorra.
En el primer caso, el jugador tenía un tiempo limitado para explorar los alrededores del mundo de Hyrule. El mapa en la parte inferior de la pantalla mostraba adónde podía ir el jugador, estando oculto por la niebla casi todo el mapa. Se podía visitar la campiña y parte del desierto del noreste, donde muchos recordarán que estaba una de las primeras mazmorras del A Link to the Past. De hecho, en el mismo lugar donde se sitúa esa mazmorra es adónde se supone que tenemos que ir, y en el mapa vemos marcado el objetivo con el dibujo de uno de los colgantes que había que recoger en el primer juego.
Las similitudes no acaban aquí, ya que el trazado del mundo es prácticamente idéntico al de éste, con algunos cambios para reflejar las nuevas habilidades de Link, sobre todo la de convertirse en un dibujo de pared. Para tal efecto, mientras nos adentrábamos en las ruinas antiguas, encontramos varios fragmentos de corazón desperdigados, pequeños puzles exteriores en los que golpear interruptores y buscarnos las vueltas para encontrar la forma de alcanzarlos.
Pero si ya habéis jugado al primer A Link to the Past tendréis una terrible sensación de dejà vu mientras avanzáis por el mundo, como si una fuerza invisible os arrastrara al objetivo. Los dedos me llevan solos a la casa de Sharashala, pero hay una estatua de piedra en la puerta que me impide entrar. Un paseo por las distintas zonas no revela ningún enemigo nuevo: están los chuchús (que han perdido facultades eléctricas), los soldados de colores, los cuervos, los gohmas saltarines y las estatuas vivientes, cada uno en su hábitat, heredado de A Link to the Past.