Nintendo: De la A a la Z – El cerebro de la Bestia
De cómo la Super Nintendo se llamó el Cerebro de la Bestia y otras cosas de los 90.
Es una época en la que Nintendo competía en la carrera de los gráficos, Super Nintendo se llamó El Cerebro de la Bestia. Fue un nombre que le dieron los de marketing en España, es cierto, pero el apodo le venía a las mil maravillas. En su momento se trató de un consolón de tomo y lomo con unas tripas realmente admirables que permitieron sacar juegos que eran impensables en las limitadas máquinas de 8 bits.
Es cierto que no se trató de la consola más potente del momento. Estaba la Neo Geo (prácticamente una recreativa de salón), pero a unos precios que la convirtieron en un producto marginal. Super Nintendo fue la gran consola de las masas, la más potente que llegó a estos lares y la que llegó a tutear a los primeros juegos de PSX y Saturn gracias al trabajo de Rare con su tecnología de renderizado.
Pero, lejos de hacer un artículo sobre la Super Nintendo, la intención es reflexionar un poco sobre El Cerebro de la Bestia. La misma consola, pero distinta filosofía. Los 90 fueron unos años marcados por la consolidación de la industria de los videojuegos y una competencia agresiva mezclada con ingenuidad. Y es que El Cerebro de la Bestia fue un apodo que buscaba entrar por los oídos, dejar meridianamente claro que la nueva consola de Nintendo eran caballos de potencia en estado puro, incomparable a nada que la competencia pudiera ofrecer: SEGA y su MegaDrive.
Fue una época en la que las compañías no se andaban con tanto politiqueo y buenas formas, en las que los debates no se machacaban a diario en la red y que la forma que había de informarse era gracias a las revistas especializadas y a lo que se podía escuchar en las tiendas de videojuegos. El Cerebro de la Bestia era un nombre descriptivo, es cierto, pero también fanfarrón. Visto con retrospectiva es casi tierno que en aquella época la estrategia funcionara y se contraprogramara. SEGA no tardó en sacar su propia vena macarra con el Canal Pirata de SEGA y siempre recordaré un subversivo anuncio en el que aparecía la calavera de dicha campaña diciendo aquello de: ¿desde cuándo las bestias tienen cerebro?
Era también una época en la que se manejaban números más controlados, en lo que 1Kb bien puesto podía marcar la diferencia, en el que todo anuncio era imprescindible que fuera acompañado de imágenes de juegos, no sólo de artes o cinemáticas pregeneradas por ordenador. Cuando alguien decía que tenía la consola más potente del mercado, se esperaba que se demostrara sin ninguna duda.
Por eso mismo, todos los anuncios de El Cerebro de la Bestia, ese apelativo tan pomposo que la colocaba un peldaño por encima del resto de consolas, tenían imágenes que respaldaran dicha afirmación. De Super Mario Bros. 3 se pasaba al color y la grandeza de Super Mario World. De las tímidas carreras de Cobra Triangle o Excitebike pasábamos al Modo 7 y F-Zero. Y ya no había pistola, sino un enorme bazoca. ¡Un bazoca!
El Cerebro de la Bestia hizo honor a su nombre y pudo contra MegaCD, el 32X y todo lo que se le lanzó a base de juegos que demostraban que sí, que era cierto, había una bestia insaciable y todopoderosa en esa carcasa gris claro. Incluso cuando Sony y SEGA anunciaron PlayStation y Saturn, los Donkey Kong Country se las arreglaron para que Nintendo aguantara el tipo unos años más, mientras los gráficos en 3D se ponían de moda.
Pero, fantochadas aparte, El Cerebro de la Bestia también era orgullo. Era poder sacar pecho con una consola en la que los gráficos y la potencia se ensalzaban, pero no por ellos mismos, sino porque permitían crear todo un crisol de juegos imposibles antes. Era un nombre que encerraba una actitud y una forma de pensar que hoy en día serían irreproducibles, pero que a un veterano de aquellos días pueden evocar nostalgia.
¿Qué otras cosas relacionadas con Nintendo se os ocurren con la letra C?
Es una época en la que Nintendo competía en la carrera de los gráficos, Super Nintendo se llamó El Cerebro de la Bestia. Fue un nombre que le dieron los de marketing en España, es cierto, pero el apodo le venía a las mil maravillas. En su momento se trató de un consolón de tomo y lomo con unas tripas realmente admirables que permitieron sacar juegos que eran impensables en las limitadas máquinas de 8 bits.
Es cierto que no se trató de la consola más potente del momento. Estaba la Neo Geo (prácticamente una recreativa de salón), pero a unos precios que la convirtieron en un producto marginal. Super Nintendo fue la gran consola de las masas, la más potente que llegó a estos lares y la que llegó a tutear a los primeros juegos de PSX y Saturn gracias al trabajo de Rare con su tecnología de renderizado.
Pero, lejos de hacer un artículo sobre la Super Nintendo, la intención es reflexionar un poco sobre El Cerebro de la Bestia. La misma consola, pero distinta filosofía. Los 90 fueron unos años marcados por la consolidación de la industria de los videojuegos y una competencia agresiva mezclada con ingenuidad. Y es que El Cerebro de la Bestia fue un apodo que buscaba entrar por los oídos, dejar meridianamente claro que la nueva consola de Nintendo eran caballos de potencia en estado puro, incomparable a nada que la competencia pudiera ofrecer: SEGA y su MegaDrive.
Fue una época en la que las compañías no se andaban con tanto politiqueo y buenas formas, en las que los debates no se machacaban a diario en la red y que la forma que había de informarse era gracias a las revistas especializadas y a lo que se podía escuchar en las tiendas de videojuegos. El Cerebro de la Bestia era un nombre descriptivo, es cierto, pero también fanfarrón. Visto con retrospectiva es casi tierno que en aquella época la estrategia funcionara y se contraprogramara. SEGA no tardó en sacar su propia vena macarra con el Canal Pirata de SEGA y siempre recordaré un subversivo anuncio en el que aparecía la calavera de dicha campaña diciendo aquello de: ¿desde cuándo las bestias tienen cerebro?
Era también una época en la que se manejaban números más controlados, en lo que un 1 Kb bien puesto podía marcar la diferencia, en el que todo anuncio era imprescindible que fuera acompañado de imágenes de juegos, no sólo de artes o cinemáticas pregeneradas por ordenador. Cuando alguien decía que tenía la consola más potente del mercado, se esperaba que se demostrara sin ninguna duda.
Por eso mismo, todos los anuncios de El Cerebro de la Bestia, ese apelativo tan pomposo que la colocaba un peldaño por encima del resto de consolas, tenían imágenes que respaldaran dicha afirmación. De Super Mario Bros. 3 se pasaba al color y la grandeza de Super Mario World. De las tímidas carreras de Cobra Triangle o Excitebike pasábamos al Modo 7 y F-Zero. Y ya no había pistola, sino un enorme bazoca. ¡Un bazoca!
El Cerebro de la Bestia hizo honor a su nombre y pudo contra MegaCD, el 32X y todo lo que se le lanzó a base de juegos que demostraban que sí, que era cierto, había una bestia insaciable y todopoderosa en esa carcasa gris claro. Incluso cuando Sony y SEGA anunciaron PlayStation y Saturn, los Donkey Kong Country se las arreglaron para que Nintendo aguantara el tipo unos años más, mientras los gráficos en 3D se ponían de moda.
Pero, fantochadas aparte, El Cerebro de la Bestia también era orgullo. Era poder sacar pecho con una consola en la que los gráficos y la potencia se ensalzaban, pero no por ellos mismos, sino porque permitían crear todo un crisol de juegos imposibles antes. Era un nombre que encerraba una actitud y una forma de pensar que hoy en día serían irreproducibles, pero que a un veterano de aquellos días pueden evocar nostalgia.
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