Miyamoto Príncipe de Asturias

Es complicado abordar lo que un premio como el Príncipe de Asturias puede significar para el sector de los videojuegos. Puede que parezca poco, un premio español que a muchos no os suene o infravaloréis, pero si os digo que a lo largo de los años han sido premiadas personalidades como Arthur Miller, Stephen Hawking, Leonard Cohen, David Attenborough, Bob Dylan o Bill Gates… La cosa cambia, ¿no os parece?

El premio se le ha concedido a la Comunicación y Humanidades. Sólo este hecho arranca de cuajo cualquier forma de ver los videojuegos como algo únicamente relacionado con el ocio, o por lo menos, que trasciende de este superficial aspecto. Aunque el premio se conceda a título personal es el reconocimiento a una industria entera, a una forma de expresión y a un elemento que ya es omnipresente en la vida cotidiana.

Si el premio se le ha concedido a Shigeru Miyamoto es, a mi modo de ver, por un triple motivo.

En primer lugar, fue uno de los pioneros. Estuvo ahí casi desde el principio y fue capaz de expandir la idea que se tenía hasta entonces de los videojuegos. Antes eran tragaperras interminables que acababan superando al jugador hasta que la partida se hacía injugable. Shigeru Miyamoto les concedió un principio, un nudo y un desenlace. Permitió que el jugador tuviera retos, pero no lo frustró abandonándolo a su suerte. Sugería, enseñaba a jugar poco a poco, introduciendo elementos nuevos cuando el jugador ya había asimilado lo anterior.

A lo largo de los años siempre hemos visto que una de sus obsesiones ha sido que el jugador se divierta y encuentre que lo que hace tiene un sentido, que si se atasca sea consciente de que no es por culpa del juego, sino por culpa suya. Que el jugador se gane el avance mientras se divierte y que disfrute a su ritmo.

En segundo lugar, ha creado iconos. Nadie duda el poder evocador de Mario, Link o Donkey Kong, aunque sobre todo de Mario. Es la mascota, no sólo de Nintendo, sino de la industria del videojuego. Todo el mundo sabe quién es, trascendiendo los límites del videojuego para convertirse en un icono cultural de finales del s. XX.

Siguiendo la trayectoria de Mario podemos contemplar la historia viva de los videojuegos. La recreativa, los primeros juegos domésticos, el refinamiento de las 16 bits, la explosión tridimensional de las 3D y, en breve, esperamos que la revolución visual de las HD. Mario ha estado presente de forma ininterrumpida a lo largo de más de veinticinco años y es testimonio viviente de cómo ha crecido esta industria.

En tercer lugar, Shigeru Miyamoto es la encarnación del cambio y el no acomodarse en el éxito. De dudar de uno mismo y no conformarse con lo establecido, sino de investigar nuevas fórmulas de divertir y sorprender.

Volvemos a la trayectoria de Mario ya que, a pesar de tener innumerables juegos a sus espaldas, pocas veces hemos encontrado dos veces lo mismo. Siempre cambiando, adaptándose, arriesgando y experimentando. Mario es el más claro ejemplo del movimiento, la innovación, del no estarse quieto y correr con los tiempos.

Es la búsqueda de la superación, el más difícil todavía y todo sin perder su esencia y lo que hace ser el icono más importante de la industria de los videojuegos. Y quien dice Mario dice Zelda y Donkey Kong, el darle Metroid a una compañía occidental, el que convierte su afición a la jardinería en Pikmin, su amor por los perros y gatos en Nintendogs, el querer que la gente se mueva en Wii Fit…

La inspiración del día de día le lleva a crear juegos únicos que rompen la base de lo establecido y a redefinir la industria, que sigue viendo a Shigeru Miyamoto como la referente de la industria, siguiendo su estela e inspirándose en ella.

Pero yo ya sabía esto antes del premio. Vosotros ya sabíais esto antes de esta mañana. Lo bueno del Príncipe de Asturias de la Comunicación y Humanidades es que es el turno de que el mundo entero se entere y pongan a los videojuegos en el lugar que se merecen.

¿Qué crees que conllevará que Shigeru Miyamoto haya ganado el Príncipe de Asturias?