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Worms: Una Gusanodisea Espacial

Las batallas de gusanos, al espacio y con Wiimote. ¿Funcionan?

Worms: Una Gusanodisea Espacial - Análisis

Worms es una peculiar saga de batallas estratégica por turnos. Dicho así, lo normal es imaginar una cuadrícula en persepctiva aérea con unidades cuidadosamente situadas, pero nada más lejos de lo que se presenta al jugar: pequeños gusanos en escenarios 2D que saltan y se mueven en tiempo real dentro de un límite de tiempo, para posteriormente apuntar y disparar a sus enemigos con armas más grandes que ellos. Y al acertar, la explosión posterior destroza parte del escenario, lo que puede ser aprovechado para arrastrar a más gusanos hacia la muerte (ya que bajo el escenario hay siempre un mar, en el que se ahogan aquellos que caen).


Por lo tanto, la gracia de éste, y de casi todos los Worms está en el multijugador. Sus disparatadas batallas hacen que pueda ser un buen candidato a crear estampas dignas del clásico anuncio de Wii: unos amigos jugando y riéndose en un sofá inmaculado mientras exageran los movimientos del mando. Y la posibilidad de poder jugar todos con un mismo mando, junto con el uso del sensor de movimiento y el puntero, hacen que este Worms parezca tener la misma intención que el anuncio: ser más accesible desde la primera partida,

Pero al reunirse para jugar, los resultados son algo distintos. El menú que hay que recorrer para seleccionar el tipo de partida difícilmente puede ser más adecuado para Wii: botones terriblemente pequeños que han de ser pulsados con un cursor enorme que en la mayoría de ocasiones los eclipsa. Además, cada jugador que quiera unirse tendrá que hacerse su propio perfil (ya que sólo uno puede seleccionar la opción "invitado"), elegiendo el color del gusano, la voz, el casco y la bandera del equipo, básicamente. Y con una interfaz tan tortuosa como la del resto de menús, a cuatro jugadores es un proceso largo que puede acabar en bronca para el indeciso.

Una vez en el terreno, los controles resultan engorrosos debido a la escasez de botones. Sobre todo en lo referente al salto: al haber dos (salto normal y voltereta hacia atrás), el primero se activa pulsando una vez el A, mientras que el segundo requiere pulsar dos veces el mismo botón, De esta manera, los saltos van con bastante retraso, y de vez en cuando provocan un suicidio indeseado, haciéndote desear que fuera al menos opcional la opción de usar el Nunchuk.


A la hora de manejar las armas, también hay algún que otro defecto. Muchas de ellas tienen una buena implementación con el mando, fácil de comprender y sencilla de usar. Por ejemplo, la granada teledirigida se maneja con el puntero, lo que la hace más precisa y efectiva que controlada con un joystick. Pero fallan las armas que requieren apuntar y regular la potencia (diversos tipos de granadas, aunque en este Worms la mayoría de las armas se llamen granadas). Para elegir la dirección basta con pulsar arriba o abajo en la cruceta, lo que no supone ningún problema. El engorro viene a la hora de seleccionar la potencia: toca elevar o cambiar la inclinación del mando mientras una barra indica el incremento de potencia; después, pulsar B y soltarlo mientras se simula el lanzamiento con el mando. Se trata de un método lo bastante complicado como para pasar por una buena parte del tedioso entrenamiento, lo que descarta toda posibilidad de jugar sin cierta experiencia. Además, teniendo en cuenta que el tipo de armamento que lo requiere es el más básico, la primera experiencia con el juego puede ser bastante desagradable.