Sayonara Umihara Kawase
Damos la bienvenida a Sayonara Umihara Kawase al catálogo de Nintendo 3DS.
Sayonara Umihara Kawase - Análisis
Alabada sea la eShop por traer Sayonara Umihara Kawase, porque de la tiranía del mercado y de editoras que se atreven a poner en las tiendas poco más que simuladores de granjas y tractores, es capaz de salvar a nuestras benditas 3DS de tanta mediocridad y aburrimiento. Y sí, servidor sería el primero en dar medio brazo por que absolutamente todos los títulos que nos llegan desde Japón como este Sayonara Umihara Kawase viniesen con su cajita, manual y hasta con la banda sonora con la que allí suelen ir acompañadas, pero si tenemos en cuenta que es la primera vez que un título de esta serie abandona su Japón natal (allí se quedaron para siempre el original de Super Famicom, su secuela de PSX y sus correspondientes remakes en Nintendo DS y PSP) y que encima ésta nunca ha sido sido especialmente popular en ningún lado, es todo un milagro que tengamos la suerte de poder disfrutar en nuestras 3DS europeas de su última entrega.
Para quienes desconozcan por completo el juego, les conviene saber que Sayonara Umihara Kawase es la tercera y última entrega de una serie de juegos de auténtico culto nacida en la época de los 16 bits. Se trata básicamente de un plataformas 2D de habilidad construido completamente sobre una mecánica muy parecida al del conocido Bionic Commando: el anzuelo que su protagonista, una joven veinteañera, puede arrojar a casi cualquier plataformas para balancearse y dar espectaculares saltos, con el fin de alcanzar en cada pantalla la puerta de salida, colocada habitualmente con bastante mala leche.
Aunque en un primer vistazo podría pensarse que nos encontramos ante una simple variante del clásico de Capcom, la realidad es otra bien distinta, pues el particular funcionamiento del gancho y el gran enfásis en las físicas del personaje hacen de Sayonara Umihara Kawase un animal de otra especie.
Esto así porque la habilidad de nuestro personaje no se limita a lanzar su anzuelo en cualquier dirección para engancharlo a paredes, techos o suelos, y noquear a sus enemigos. La diferencia sutil y que dota de gran profundidad al control es que podemos contraer o alargar el hilo, y con ello descolgarnos con precisión o impulsarnos con gran fuerza, ya sea en mitad de un balanceo o desde una posición completamente estática. Con un poco de maña no tardaremos en lucirnos con piruetas, aterrizajes imposibles o alcanzando lugares que hasta hace poco parecían totalmente fuera de nuestro alcance.
¿Suena complicado? Para nada. El abecé del juego se aprende en cuestión de minutos y un par de pantallas. Más adelante, con el paso de los niveles, algo de paciencia y bastante práctica, iremos perfeccionando nuestra técnica. Es ahí donde yace la grandeza del diseño atemporal de Sayonara Umihara Kawase: con cada hora que pasa y cada pantalla que superamos, nuestra progresión se hace más evidente convirtiendo el juego en una experiencia adictiva y gratificante como pocas.
No me entendáis mal, Sayonara Umihara Kawase es un saga exigente y nada fácil, que pone a prueba la pericia del jugador en cada salto y pide dedicarle tiempo. Sin embargo, en el caso de Sayonara no hablamos ni mucho menos de un título que sea extremadamente difícil o desquiciante, ya que los modos de juego se han remodelado para ofrecer una experiencia lo más accesible a todo el mundo. A diferencia del original contamos con vidas infinitas y cada vez que superamos por primera vez alguno de los cincuenta niveles que componen el juego estos pueden revisitarse en cualquier orden cuantas veces se quiera para mejorar tiempos, recoger los objetos que nos hemos dejado o encontrar puertas secretas.
Y es que lo mejor es que el desarrollo entre pantallas no es lineal, pues como os decía en algunos niveles hay más de una salida que nos lleva por recorridos distintos, con diferentes jefes y finales alternativos, asegurando por tanto la rejugabilidad y un buen puñado de horas de juego. De todas formas, quienes prefieran una experiencia más clasica, disponen de un modo supervivencia, que no es otra cosa que el clásico modo historia y que consiste en completar el juego con un número de vidas dado arrancando desde el primer nivel.
Aparte de un planteamiento totalmente distinto al de sus antecesores, y que de por sí constituye un punto y aparte en la forma de abordar el juego, Sayonara Umihara Kawase está lleno de contenido adicional y pequeños detalles que lo adaptan todavía más a los tiempos modernos: varios personajes desbloqueables con habilidades diferentes (Umihara Kawase niña y su amiga Emiko pueden activar checkpoints y Yokoyama puede moverse mientras ralentizamos el tiempo durante unos instantes); rankings online para consultar nuestros mejores tiempos en cada pantalla; posibilidad de ver repeticiones, galerías de arte y música; así como una amplia configuración de los controles e interfaz.
Si extravagante como protagonista puede resultar una colegiala armada con poco más que una mochila, sedal y anzuelo que se enfrenta a peces y otras criaturas del mar con pies y texturas fotorrealistas, no le van a la zaga los escenarios donde tienen lugar los desafíos plataformeros del juego. Entornos urbanos propiamente japoneses salpicados de plataformas de cuadros de colores, en cuyos fondos y elementos se entremezclan utensilios de la vida cotidiana a escala gigante, componen una ambientación irreal y onírica a más no poder, que se complementa de manera perfecta con una banda sonora excelente, jovial a la par que relajante.
Por otro lado, con unos gráficos bastante discretos resultan sorprendentes los problemas en el apartado técnico que presenta Sayonara Umihara Kawase en forma de ralentizaciones en algunos niveles cuando se tiene activado el efecto estereoscópico. La solución es tan sencilla como apagar el 3D, pero es una pena no poder disfrutar en condiciones de las profundidad de los escenarios y de la que al fin y al cabo es la característica principal de la consola.