Octodad Dadliest Catch
Papulpo.
Octodad: Dadliest Catch (Wii U) - Análisis
Tan sencillo como ver a alguien resbalar con una piel de plátano, el recurso humorístico más viejo y trillado que existe y no por ello menos efectivo. Octodad: Dadliest Catch es eso llevado a los videojuegos. Y te vamos a contar si funciona igual de bien que en la televisión.
Cefalópodo como puedas
Es muy difícil hablar de una obra cuya premisa es la de “ser mala” para divertir, pero eso es Octodad: Dadliest Catch. Desde luego, no nos encontramos ante un juego al uso, si no más bien un “sketch” interactivo.
El planteamiento argumental es tan simple como absurdo: un pulpo que se hace pasar por humano (con su traje y su corbata incluidos) consigue formar una familia con una humana, cuyos hijos por alguna razón también son humanos. Lo más extraño aún de la situación, es que ni dicha familia ni ninguno de los convecinos han descubierto todavía la verdadera naturaleza del octópodo protagonista, y nosotros deberemos mantener la farsa tratando de ser todo lo discretos que podamos. ¿El problema? Pues que somos un maldito pulpo fuera del agua y realizar cualquier acción, por aparentemente fácil y cuotidiana que pueda parecer, resultará ser una pesadilla que puede terminar con todo lo que haya a nuestro alrededor hecho un lío.
Sudando tinta
Ese es el planteamiento, pero, ¿cómo se lleva a cabo? Pues tenemos una serie de pantallas a superar que van desde el mismo enlace matrimonial con nuestra cónyuge hasta una visita al acuario (algo que a nuestro acuático amigo no le hace ninguna gracia), en las que hay que cumplir varios objetivos. Objetivos tan tontos como preparar un café, que pueden terminar sacándonos de quicio por culpa del horrible control, que se limitará a los gatillos y los sticks para poder realizar todos los imprecisos movimientos de Octodad. Pero ojo, aunque pueda parecer incongruente, aquí la jugabilidad y la cámara desastrosas no son un defecto: están hechos así adrede y son parte de ese gran chiste que es el juego, ya que será habitual que nuestro personaje no responda como queremos y termine rompiendo, tirando, golpeando, cayéndose y enredándose con cualquier elemento o personaje con el que nos encontremos en pantalla.
A todo esto ayuda también el feísta apartado visual, la simpática banda sonora, y los surrealistas e hilarantes diálogos. Es tan clara la intención del juego que incluso tiene un extraño cooperativo en el que un compañero podrá manejar uno de los tentáculos del “héroe” para así multiplicar las risas y que todo termine resultando todavía más extraño y confuso.
Las locas, locas aventuras de Octodad
Si hay que buscarle alguna pega reseñable, son las concesiones que hace para que parezca un juego al uso, con sus objetivos, retos e incluso coleccionables, con momentos en los que se requiere la habilidad del jugador (cuando hasta entonces lo único que este debería buscar es reírse), o el planteamiento y posterior resolución de una “amenaza” que sencillamente no aporta nada más allá de tratar de darle un inicio y un final a las desventuras del pulpo. Son momentos que sobran, porque chocan frontalmente con la disparatada propuesta y te desconectan del chiste, y desde luego habría sido más satisfactorio que en vez de una historia lineal el juego se limitase a plantearnos situaciones graciosas en las que interactuar.
Probablemente por ello, dos de las mejores secuencias son los capítulos extra, en los que precisamente nos plantan ante un escenario sin mucha conexión con la trama y con algunos de los momentos más alocados del juego. Mr. Bean en estado puro.
Octodad: Dadliest Catch pone sobre la mesa una propuesta muy peculiar. Como ya he comentado, es difícil de valorar, puesto que usando los parámetros habituales a la hora de analizar un videojuego, no se lo podría considerar bueno: es corto, feo, y se controla tan mal que a veces puede desesperar. Pero el gag funciona a las mil maravillas y, si el fin último de un videojuego es divertir, misión cumplida.