Moco Moco Friends
De brujas y peluches.
Moco Moco Friends (3DS) - Análisis
Muchos son los juegos que han intentado emular el concepto de la franquicia Pokémon, y no es de extrañar ya que es una de las sagas que más fans y ventas cosecha a lo largo del mundo, aunque lo cierto es que muy pocos han conseguido siquiera acercarse al carisma y la calidad que atesora la saga de Game Freak. Moco Moco Friends no es una excepción, sin embargo sería injusto tomar este título como otra copia vacía más, ya que las pretensiones de Aksis Games y Racjin, sus desarrolladoras, parecen claras. Acercar el dungeon-RPG, los combates por turnos y el sistema de coleccionismo de monstruos a una audiencia no acostumbrada a tratar con este tipo de títulos. Su sencillez, su sentido del humor y su apartado artístico son las principales bazas con las que juega y que analizaremos en detalle en las siguientes líneas.
Un sueño de brujas y peluches
Moco Moco Friends se sitúa en el mundo de Dreamtopia, un lugar muy parecido a nuestro planeta y en el que habitan unas criaturas llamadas Plushkins. Allí también abundan las brujas, chicas que son capaces de controlar la magia y firmar contratos con estos seres para convertirse en compañeros de aventuras. Moco es el nombre de una de ellas, una joven con cierta ansiedad por la comida y que a duras penas ha conseguido aprobar los exámenes de magia. Pero, a pesar de sus carencias, Moco tiene un sueño, convertirse en la mejor Plushkin Master y llegar a conseguir el emblema que lo acredita, la Stella Medal.
Como recién graduada y miembro de los Plushkins Masters, esta muchacha debe recorrer los distintos rincones de su mundo para conseguir hacerse amiga de todos los Plushkins posibles, ayudar a sus vecinos a resolver sus problemas y cerrar unos misteriosos vórtices negros que están apareciendo en diferentes localizaciones.
A pesar de que, de entrada, las premisas para avanzar en la historia son múltiples, el objetivo final del juego es atender a misiones sencillas que se van desbloqueando sucesivamente y cuyos objetivos simplemente varían entre recoger algún material especial, eliminar el Plushkin jefe de una mazmorra o cerrar vórtices malignos.
El hilo argumental tampoco pasa por momentos complejos, al contrario, funciona como una mera excusa para encadenar las distintas misiones. Moco Moco Friends acierta en la propuesta de simplificar la trama y dejar el peso de esta en los diálogos de 4 o 5 personajes. Conversaciones que resultan hilarantes en ciertos momentos de la aventura, pero que también pueden llegar a ser cargantes debido a la constante búsqueda del humor absurdo y, sobre todo, por la excesiva extensión de muchas de ellas.
Un abanico de opciones en diez metros cuadrados
Después de una introducción de cerca de dos horas, en la que se nos enseñan los principios más básicos del juego de una manera un tanto cargante, todo hay que decirlo, se nos abren todas las posibilidades de una “ciudad”, Konpei Tower, que funciona como enlace entre las distintas mazmorras y que nos proporciona todos los elementos clásicos de este tipo de RPG gracias a ciertos personajes clave.
- Edward Store, que nos vende los clásicos objetos de recuperación de salud y estados, útiles revitalizantes e incluso materiales para combinar tejidos.
- Michiru y Konpei, la tutora de Moco y su Plushkin emblema son los encargados de proporcionarnos las misiones principales del juego, así como de conducirnos en la historia a través de sus mastodónticas conversaciones. También nos permiten invocar nuevos Plushkins siempre que dispongamos de cierta cantidad de objetos.
- Los Plushkins encargados del jardín, un emplazamiento en el que podemos plantar las semillas que vayamos obteniendo en la aventura y que crecerán (con un contador de tiempo que será mayor cuanto más rara sea la semilla) para convertirse en plantas que nos proporcionarán jugosos tejidos.
- Ichigo y Sumomo, unos pequeños duendes que ponen a nuestra disposición las dos zonas más interesantes del juego. La primera de ellas es la tejedora, una herramienta con la que podemos generar objetos nuevos combinando materiales y tejidos que vayamos obteniendo. Entre los objetos que podemos obtener destacan los equipables para los Plushkins y los ítems evolutivos.
La segunda zona es la Plushkins House, lugar desde el que se pueden modificar todas las características relacionadas con estas criaturas en combate. Desde la formación que queremos presentar en batalla (tres titulares y un suplente), pasando por el entrenamiento de nuestros compañeros peluches, la habilidad para despertarles habilidades ocultas y, como último peldaño, la evolución.
Mazmorras, turnos y más peluches
Una vez visto todo lo que nos puede ofrecer Konpei Tower, solo nos queda aceptar una misión y abandonar la seguridad de la ciudad para adentrarnos en las mazmorras que nos propone Moco Moco Friends.
Como en cualquier otro Dungeon crawler, los mapas están compuestos por pasillos y habitaciones interconectadas. Recorrerlos es tarea sencilla, sus caminos son directos y apenas hay bifurcaciones ni callejones sin salida. Cada mazmorra que desbloqueemos lo largo de la aventura cuenta con un diseño diferente (como zonas boscosas, calas marinas, áreas montañosas o “urbanas”) y, habitualmente, conforme avancemos de nivel, su complejidad se verá incrementada, aunque muy levemente. Estas cuentan además con puntos de extracción de materiales concretos, objetos aleatorios escondidos en cofres y, cómo no, su propia gama de Plushkins. Y es en este último punto donde el título alcanza su máximo valor.
Cada vez que crucemos la vista con un Plushkin salvaje, este se abalanzará sobre nosotros entrando automáticamente en el modo combate. Las luchas de Moco Moco Friends son, sin duda, el apartado más completo del videojuego, aunque siempre sin renunciar a la simplicidad, especialmente visual.
En la pantalla de combate se enfrentan 3 de nuestros Plushkins con hasta 3 rivales. Los puntos de salud se representan a través de una sencilla barra situada debajo de cada criatura, mientras que el equivalente a los puntos de acción vienen asociados a unas esferas en la parte superior de la pantalla táctil. Estas se vacían a medida que utilizamos ataques especiales y se vuelven a rellenar por completo al acabar cada turno.
Los ataques de los Plushkins pueden dividirse en 4 categorías básicas, un movimiento simple que siempre ocupará un slot fijo de entre los cuatro disponibles para cada peluche. Y tres tipos de movimientos especiales: físicos, mágicos y de estado.
A medida que un Plushkin suba de nivel ganando combates aprenderá movimientos nuevos que tendremos que ir asignando a uno de los 3 slots que quedan libres. Cada uno de estos ataques tiene sus propias estadísticas de daño, precisión y estados que puede llegar a inducir en los rivales.
Los ataques mágicos de los Plushkins tienen, además, un elemento al que afectan de manera eficaz y otro frente al que son ineficientes. Hay 5 tipos: Fuego, Agua y Planta, que forman una tríada elemental, y por otro lado Luz y Oscuridad, que siempre son muy efectivos sobre su contraparte.
Además del comando atacar, en los combates tenemos también la opción de cambiar a uno de nuestros titulares por un suplente. Si vemos que alguno de nuestros muñecos preferidos peligra también es posible utilizar el comando objeto. Además, tenemos la posibilidad de asignar un modo automático que selecciona los movimientos apropiados dependiendo de los rivales que tengamos en frente. Por supuesto, a esta lista hay que sumarle el clásico comando escapar.
Si vencemos, tras la pantalla de recompensa, es posible que se nos presente alguno de los derrotados para poder firmar un contrato con él y añadirlo a nuestras filas. El “ratio de captura” es totalmente aleatorio, y el principal motivo por el que queramos repetir las mazmorras una y otra vez. Conseguir las más de 120 especies que hay desperdigadas por Dreamtopia nos costará una buena cantidad de horas, por suerte dispondremos de objetos que son capaces de aumentar la probabilidad de reclutamiento. Aunque en definitiva, todo depende de la suerte del jugador.
Un apartado audiovisual demasiado edulcorado
No hay que negar que la primera impresión al ver Moco Moco Friends es, cuanto menos, chocante. Aun siendo un juego que se orienta hacia un mercado muy concreto y que el propio nombre de su mundo deja clara la visión onírica de los desarrolladores, la supremacía absoluta de colores pastel o los constantes excesos del doblaje japonés empañan un producto que, por otro lado, sabe muy bien lo que busca, especialmente en lo referente al diseño de las criaturas.
La gran mayoría de ellas son animales suavizados con elementos típicos de costura como telas, botones o hilos. Muchos de los diseños son algo simplistas, pero algunos podrían provocar envidia a los diseñadores de Game Freak, especialmente en las últimas generaciones.
El apartado sonoro acompaña al juego de forma correcta, con melodías animadas, efectos y voces en japonés dignas de los mejores animes “Shojo”. Aunque el punto más incoherente en este apartado es sin lugar a dudas el doblaje ya que, pese a ser un producto muy enfocado a infantes, el juego sólo dispone de textos en inglés, un suicidio comercial imperdonable y que desbarata cualquier esfuerzo de introducir a los niños no residentes en E.E.U.U. o Reino Unido en el mundo del JRPG.
Moco Moco Friends es un juego de rol sencillo que gustará a los más pequeños y que puede incluso llamar la atención de algún adulto que busque una experiencia relajada, cuya máxima es el coleccionismo. Su historia es una mera excusa para poder seleccionar misión y entrar directamente a la acción. Acción que se basa en recoger objetos y reclutar nuevos Plushkins a los que desarrollar y evolucionar. A simple vista puede parecer una mera copia de Pokémon pero, al contrario de muchos otros clones, sus personajes y sus criaturas tienen identidad propia. No introduce elementos nuevos en el género, pero juega con los ya conocidos de una manera simple y eficaz. Una lástima los altibajos en el apartado artístico y, especialmente, la no inclusión de unos subtítulos en castellano (ni en ningún otro idioma salvo el inglés).