Portada » Análisis » Lone Survivor: Director`s cut

Lone Survivor

Enfréntate a un mundo lleno de píxels de terror puro en Lone Survivor. 

Lone Survivor: Director`s cut - Análisis

El género Survival Horror pasó de ser uno de los más respetados en la época de 32 bit a ir perdiendo terreno en las generaciones subsiguientes frente a los shooter, que acabaron por ocupar la mayoría del catálogo. A día de hoy se vive una situación en la que el género de “terror” está siendo uno de los más utilizados en desarrollos indies - y en grandes producciones también ha vuelto a la carga (aunque con más elementos del género de disparos que sigue reinando). Lone Survivor es una de esas apuestas independientes que realmente cumple con la definición de Survival Horror, que ahora llega a Wii U en una versión mejorada denominada The Director`s Cut que mejora ciertos aspectos y añade una segunda partida con más contenido y nuevos finales.

El mundo de Lone Survivor

La historia nos coloca en un mundo post-apocalíptico por el que rondan criaturas horribles come-carne, y en el que el protagonista es el único superviviente (que él sepa). Estando en su bloque de apartamentos con una mascarilla en la cara, el héroe se decide a salir fuera a buscar más gente que siga con vida, aunque sólo sea para no morir solo. En su camino va a haber de todo, pero sobre todo enemigos y locura sin parar.

Los enemigos al principio no podrán eliminarse y habrá que jugar con el sigilo, usando objetos que los atraigan y escondiéndonos donde no puedan sentirnos. Más tarde aparecen armas con las que el proceso se “simplifica”, aunque no se debe derrochar munición si no es necesario y, sobre todo, no hay que perder tiempo en los menús para cambiar objetos, que el tiempo no se detiene y los enemigos tienen hambre…

Moverse por el mundo es más sencillo de lo esperado gracias a un mapa y a una serie de atajos especiales para llegar rápido de una zona a otra. Dado el estilo gráfico, tener a mano la posibilidad de ver dónde estamos y a donde vamos se vuelve fundamental por la similitud de escenarios, aunque de nuevo hay que tener cuidado en qué momentos nos paramos a mirarlo, ya que el mal acecha.

Enemigos e infiltración de por sí solos crean una buena experiencia, pero lo que hace que Lone Survivor brille es la locura que poco a poco se va apoderando de la mente del protagonista. Un tipo que está en completa soledad necesita desahogarse de alguna manera, y sin gente alrededor es más complicado. El hambre y la visión de escenas muy sangrientas nos afectan y nos hacen cuestionarnos qué es real, aunque hablar con nuestro peluche nos ayuda a pasarlo mejor. Pero lo mejor no es cuando se empieza a ver gente que desaparece o tipos con pintas “muy extrañas”, sino cuando de repente el mundo que nos rodea cambia y se convierte en un sitio tenebroso sin luz (aunque por suerte hay una linterna) lleno de vísceras y donde la visión se distorsiona constantemente. Hay muchas de estas situaciones, pero lo mejor de ellas es descubrirlas por sorpresa, no conocerlas de antemano.

Lone Survivor tiene elementos de aventura gráfica, permitiéndonos interactuar con diversos objetos del escenario y realizar diferentes acciones con ellos cuando están en nuestro inventario, además de que se pueden elegir opciones en ciertos momentos o bien no realizar otras. Estas decisiones que se van tomando, acompañando a nuestra demencia, serán los factores que harán que llegados al final veamos ciertas escenas u otras. Gracias al New Game + de esta edición, volver a jugar la aventura para ver otros finales gana puntos al incluir añadidos para que no sea otra vez lo mismo.  Una pega importante de cara a ir guardando según decisiones es la ausencia de slots de partida, ya que sólo existe uno que se va sobrescribiendo cada vez que se guarda en una cama, o bien se elimina con una nueva partida.

El apartado técnico es uno de los puntos que más controversia puede crear. En un género en el que el impacto visual es muy importante, mucha gente puede quitarle seriedad a la inmersión por el estilo de píxeles difuminados que forman el juego, aunque ahí ya depende de cada uno. Para cómo se ve, no cabe duda de que el trabajo es brillante y que el apartado sonoro es una pieza fundamental para ponernos en tensión constante y pegarnos algún repullo de vez en cuando.

En Wii U la situación ideal es Gamepad en Off-TV más cascos, que además de que sumerge mucho más, ayuda a que se vea mejor por no tener la misma definición y resolución que las TV modernas. Además Lone Survivor usa el botón – para ajustar el Gamma en cualquier momento, para que se pueda adaptar el brillo a la iluminación externa que se tenga, aunque lo recomendable es no tener ninguna para que la tensión nos absorba por completo.

Lone Survivor es un gran juego con un enorme potencial, aunque su estilo gráfico o ciertos elementos como la interpretación del mapa para la vista 2D del juego pueden echar para atrás a más de uno. Dejando a un lado las barreras de entrada, el resultado conseguido no tiene nada que envidiar a superproducciones en lo que a elementos de terror y sorpresa se refiere. La duración estándar de una partida ronda las 4-5 horas, aunque ya según el jugador y lo que quiera completarse puede variar, si bien luego está la segunda partida para alargar la vida sin tener que hacer de nuevo lo mismo siempre. Por último, cabe señalar que el título tiene los textos en inglés, lo que de nuevo puede convertirse en un obstáculo sobre todo para aquellos que quieren entender bien la paranoia pero no tienen el nivel de idioma necesario.