Ju-On (The Grudge - La Maldición)
Un juego que da miedo.
Ju-On: The Grudge - Análisis
Muchas veces, la innovación no es suficiente, es también necesario trabajar en que esas innovaciones funcionen, encajarlas y pensar en si gustarán al jugador. Tal vez el mayor problema de The Grudge sean sus raíces cinematográficas. El cine tiene sus reglas, y no todas son extrapolables a los videojuegos.
El terror japonés está de moda gracias a un puñado de producciones que hablan el lenguaje internacional del terror psicológico. Alejado de los destripamientos y asesinos enmascarados y resucitados mil veces, el terror surge de las construcciones del propio espectador. The Grudge juega con las luces y las sombras, con una puerta entornada de forma deliberada, con una musiquilla enervante, con chirridos anónimos... La lástima es que esto sólo funciona los primeros minutos, ya que luego cae en el tedio de lo repetitivo.
Tal vez el recurso más viejo del terror sea el de crear una situación en la que el espectador anticipa el susto, lo saborea de antemano y de pronto, con un brusco sonido, algo surge, sobresaltándolo. Bien usado sigue teniendo tanta vigencia como hace treinta años (quien no se acuerda de la escena del gato en Alien o el clásico del fuego de campamento "¿Sabéis por qué lo sé? Porque ese tipo del hacha ¡era yo!") pero si sabes que cada vez que abras una puerta, mires una alcantarilla o te rasques la nariz van a aparecer dos niños en pijama con cara de junkies haciendo monerías mientras oyes como alguien tortura a un violín...
Otro lastre es la exagerada lentitud en nuestro avance y la ausencia de ritmo de acción, exceptuando los "sobresaltos" de los niños esquizofrénicos. Es pesado y monótono, basado en encontrar la llave que nos abra la puerta y poco más. No podemos correr, sólo caminar lenta, muy lentamente, aunque tampoco es que sea importante, ya que no hay nada de lo que huir, sólo unos críos bastante zumbados que se dedican a hacerte la petaca en la cama e impedirte abrir puertas y tal, para luego irse discretamente.
Entre sus aciertos, elegir la primera persona (Dementium de DS demostró que funciona) para un juego de terror, la original propuesta de que nuestra vida depende de las pilas que le queden a nuestra linterna (habrá que ir recogiendo baterías por ahí) y los efectos de iluminación, que dependen de la ya mencionada linterna, muy logrados.
En los primeros minutos, The Grudge promete mucho, pero enseguida se torna monótono y demasiado dependiente del susto basado en el sobresalto de lo inesperado, que resulta no serlo. Y si alguien todavía duda: es corto, corto, corto... más que algunas películas.
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