Portada » Análisis » Hazumi

Hazumi

Una curiosa mezcla de puzle y juego de habilidad a base de bloques y bolas.

Hazumi - Análisis

Bloques que se rompen en cuanto una bola colisiona con ellos. La apuesta de EyeCancer Games para la eShop, Hazumi, podía parecer demasiado genérica para destacar. Sin embargo, uno puede comprobar cómo esta opinión evoluciona a medida que se mete en el juego y descubre los verdaderos entresijos de su mecánica, pues resulta que incluye una serie de retoques y condimentos para desarrollar algo más complejo. Evolución con sentimientos encontrados, cierto es; pero que finalmente llega a buen puerto.

Muéveme las bolas

Como apuntábamos, la premisa original de Hazumi es bien simple: tienes una serie de bloques repartidos por el escenario, una bola que se mueve y tu misión es hacer que ella destruya los bloques de cristal que hay diseminados por el escenario. Sencillo ¿no? Bien, pues aquí entra la particularidad de Hazumi: la forma de mover esa bola. En sus escenarios bidimensionales la bola describe movimientos con las dos componentes de siempre, horizontal y vertical; pero la chicha está en que cada componente no se controla igual. Teniendo en cuenta el movimiento vertical, la bola está continuamente subiendo y bajando, rebotando siempre que se topa con un obstáculo. En contraste con este vaivén eterno, la componente horizontal sí puede ser controlada por el jugador, orientando a placer la bola hacia izquierda, derecha o directamente manteniéndola en un movimiento puramente vertical. Como resultado: tenemos una bola que jamás está quieta y que siempre describe movimientos o bien diagonales o bien verticales. Una mezcla extraña; pero a la que uno se puede adaptar por completo en apenas un par de minutos.

Personalmente, he de confesar que aplicar esta mecánica en un puzle me pareció desconcertante. Los primeros niveles naturalmente carecen de complejidad y con esta forma de control que Hazumi puede parecer más un mero juego de habilidad que un verdadero rompecabezas. Son niveles en los que prima más acertar al bloque de turno sobre el elaborar una estrategia para superarlo. En los primeros compases, surgen elementos enriquecedores como los colores o sierras giratorias que destruyen toda bola que se cruce con ellas. En Hazumi, los bloques sólo desaparecen cuando comparten color con la bola, la cual se puede teñir golpeando bloques especiales repartidos en el escenario, lo que origina la necesidad de establecer una especie de ruta en tu solución. Aun con ésas, esta primera hornada de escenarios no termina de explotar por el predominio de esa componente de habilidad que por sí sola resulta algo insípida.

Afortunadamente, los retoques siguen llegando: bloques explosivos que desaparecen cuando detonas su carga, cepos que se abren y se cierran, bloques de colores que irrompibles pero que sí se pueden empujar, etc… Hazumi tiene la “suerte” de que su primera hora de juego no hace justicia a lo que realmente termina por llegar: un producto más completo que casa mejor esa dualidad puzle-habilidad.

Parte de ese logro lo tiene el esquema de niveles, que se puntúan con hasta un máximo de tres estrellas en función de la rapidez con la que se supere. Dichas estrellas permiten desbloquear nuevas fases, lo que obliga al jugador a dar con una solución eficiente si quiere tener acceso a un nuevo abanico de niveles. Precisamente con esta idea vemos que, una vez introducidos todos los elementos habituales, se pueden clasificar varios tipos de puzles. Por un lado, los que prácticamente tienen una única forma de resolverse porque casi todas las demás terminan llevando a una muerte segura entre las sierras pero en los que, aunque esa solución requiera pensamiento y precisión manejando la bola, obtener las tres estrellas es relativamente asequible. Por otro, puzles más versátiles en los que se pueden seguir más estrategias; pero en los que es complicado obtener más de una estrella. Al final estos últimos son los que te terminan frenando en el avance del juego, por lo que no será raro volver atrás para sacar esas dos o tres estrellas que necesitas para desbloquear las fases siguientes.

A la postre, Hazumi termina siendo un juego notable, que combina el diseño de estrategias que debe tener un puzle sólido con una acertada dosis de precisión de relojero suizo para no caer en las trampas que acumulan los niveles. Todo en un apartado técnico sin alardes; pero que casi sitúa al jugador a cuando era una GameBoy Color la consola que tenía entre sus manos, llamando la atención sobre todo la sonoridad tan retro que baña al juego.

Finalmente, descubrimos en Hazumi un juego que ofrece una interesante combinación puzle-habilidad; pero que además es largo (más de 100 niveles) y complicado. Por si fuera poco, el juego no finaliza ahí, pues incluye un completísimo editor de niveles con el que exprimir todavía más el juego, lo cual es de agradecer pues la fórmula engancha.