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Gunman Clive 2

Un bombón para el paladar.

Gunman Clive 2 - Análisis

El público lo demandaba. Gunman Clive pedía a gritos una continuación y su creador, Bertil Hörberg, ha cumplido con sus fans. A diferencia del primero, Gunman Clive 2 ha llegado a Nintendo 3DS antes que al resto de plataformas, se ha convertido en su destino principal. Y solo puedo decir gracias.

Vuelve el vaquero más variopinto de Nintendo 3DS

Gunman Clive 2 es un juego de disparos lateral clásico, pero que no ha recurrido al trilladísimo estilo gráfico píxel-art como la mayoría de propuestas de su género. Al contrario, la saga Gunman Clive tiene alma propia, una esencia que le ha otorgado su creador trazo a trazo con sus lápices. Porque como ya pasaba en la primera parte, enamora por la vista.

Todo empezó como una historia de vaqueros. Entonces todo eran colores rojiizos y anaranjados que encajaban a la perfección con su estilo tan peculiar. Sin embargo en Gunman Clive 2 Hörberg ha demostrado que puede utilizarlo para cualquier entorno y nos propone viajar por todo el mundo y un poco más allá sin variar ni un ápice. Ha sabido encontrar la esencia a cada entorno y asociarla a un color para que nos sintamos relajados viajando entre un bosque de bambú en Asia, acalorados en un desierto australiano o apresurados entre los tejados de un templo japonés. Algunos de ellos van acompañados de temas musicales que no tienen miedo a recurrir al instrumento tópica para lograr cerrar una ambientación sublime, aunque en este aspecto hay bastante más reciclaje del original.

El desarrollador nórdico ha sido capaz de escapar de su propia trampa para que esta secuela no sea solo una mera continuación. Y no solo lo ha conseguido estéticamente, también ha logrado ir un poco más allá en la jugabilidad metiendo más variedad de situaciones que aprovechan al máximo estos mundos tan extraños en los que se mueve el duro de Clive. No hay dos pantallas iguales, las 25 de las que consta el título tienen un toque que las distingue, de la más sencilla a la más compleja, y por supuesto los jefes de área.

Las más comunes son las “normales”, las de avanzar para adelante sin más. Y en ellas aparece casi siempre un “algo” que las da un toque, como inversiones de gravedad, plataformas líquidas sobre pozos petrolíferos y muchos elementos móviles de los más insospechables como la cabeza y la cola de un diplodocus. Después están las de avance automático, que ya aparecían en el primero en un nivel de vagonetas. Repiten pero multiplicadas y con más transportes que os invito a descubrir personalmente porque sorprenden y sacan una pequeña sonrisa. Pero además hay un tercer formato que es completamente nuevo, pantallas de avance frontal con vista trasera que cambian el ritmo y que además son muy complicadas en la difícultad más elevada.

Entre todas dan sentido a Gunman Clive 2 porque ser una preciosidad no es suficiente, porque sobre todo es un videojuego y, más concretamente, porque es una secuela que llega con muy poco tiempo de diferencia de su predecesora. Con ese diseño de niveles consigue dar sentido a ese estilo artístico durante el breve tiempo de juego.

Porque jugando un poco rápido y sin caer muchas veces tardé exactamente una hora en acabármelo por primera vez en dificultad media. Que sí, que es poco, que es breve, pero por los 2,99 euros que cuesta merece y mucho la pena. Hay que entenderlo como un bombón, como un bocado exquisito. Por cierto, que no acaba todo en la primera partida. En esta ocasión hay cuatro personajes con los que completarlo, cada uno con habilidades distintas que te hacen pasar por los mismos sitios con planeamientos distintos. La novedad es un indio americano que ataca cuerpo a cuerpo, así que a ver quién se atreve a terminarse las pantallas con él sin recibir daño o a hacerlo corriendo para sacarse las estrellas.

Gunman Clive 2 es un juego que tienes que tener si te gustan los juegos de acción y plataformas de toda la vida. Pero no es solo para nostálgicos, el ritmo y la variedad son una puerta de entrada perfecta para quienes han llegado a los videojuegos con los polígonos. A por él.