Frenchy Bird
Este pájaro me suena a mí...
Frenchy Bird - Análisis
Frenchy Bird llega a la eShop para hacerla más grande y más variada, pero su presencia deja un sabor extraño. Esto viene obviamente por su más que notable parecido con un juego exitoso para móviles. Si bien eso no tiene por qué ser un problema, quizá sea el paso para que la tienda digital de Nintendo se llene poco a poco de títulos que no tienen la inventiva u originalidad indie que tanto gusta.
Repetitivo, pero puede llegar a enganchar
¿De qué va Frenchy Bird para todos aquellos que nunca hayan puesto sus manos u ojos en Flappy Bird? Es simple, tenemos un pájaro que tiene que volar pasando entre obstáculos que vienen desde arriba y abajo, dejando sólo un pequeño camino para pasar. La dificultad y sencillez viene por el control, ya que simplemente hay que pulsar A para que nuestro ave se eleve un poco mientras avanza sola, por lo que hay que ir sabiendo cuando pulsar y soltar para estar a la altura adecuada para poder pasar. En caso de un choque, toca volver a empezar desde el principio y así una y otra vez.
Un punto positivo del control viene por ofrecer Off-TV y un control táctil para quien prefiera dar golpes con el lápiz en lugar de pulsar un botón. Sin embargo quizá se echa en falta una compatibilidad con el resto de mandos, pero parece que se han centrado en una experiencia fuera de la tele sobre todo. Si bien el control en general puede parecer un poco tosco para jugadores que quizá hayan jugado a otros juegos del estilo que utilizan precisión en dejar pulsado/soltar (como Techno Kitten Adventure) más que en diferentes pulsaciones, hay que reconocer que el reto de hacerse al control puede hacer que lo que pensamos como “sólo dos partidas más” se pueda convertir en diez en su lugar.
Sin embargo el problema llega al ver que no hay nada más. Sí, hay cuatro sellos para Miiverse para desbloquear y un sistema de clasificación online, pero la experiencia jugable es siempre la misma: mismo diseño, misma música que se acaba haciendo repetitiva, mismo inicio lento hasta que llega el primer obstáculo,… en la sencillez quizá está la diversión, pero falta algo que te haga ver que las partidas no son siempre iguales por mucho que la altura de los huecos por los que pasar varíe. Quizás algún modo, aunque fuera una versión invertida de ángulo o distintos escenarios habrían sido pasos para hacerlo variado, pero no ha sido así.
Gráficamente hay un mundo 3D creado que refleja la ciudad de París y un ángulo de cámara ligeramente inclinado para que no sea el scroll lateral típico, pero la variedad de los fondos es mínima y no es algo que tampoco nos anime a seguir. La música es simple y no está mal… hasta que llevas un tiempo escuchando la misma melodía corta una y otra vez. Es más, pueden desactivarse música y efectos (los ruiditos que hace al chocar nuestro palomo) por si nos sacan de nuestras casillas, aunque siempre se puede jugar sin tele y sin volumen.
Pero ojo, hay que saber que ante la sencillez y repetitividad de este juego hay un poder oculto: la adicción. El poder del ensayo y error para superar nuestras puntuaciones y las de otra gente, esa capacidad para hacer que eches más tiempo del que pensabas en un principio… es decir, que si no te fijas en los detalles que hacen que no destaque te encontrarás mirando el mando más tiempo de la cuenta. No estamos ante un juego a evitar, pero sí que es un título que no sorprende, no aporta nada nuevo y sobre todo, suena demasiado a otro juego ya existente. Eso sí, llena un hueco en la eShop que consigue tener cada vez un catálogo más amplio de diferentes experiencias jugables.