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FreezeME

Plataformas a lo Nintendo 64.

Freeze Me (Wii U) - Análisis

Freeze Me es una de esas sorpresas que tanto gustan si no sabes nada de él. De hecho, si alguien hubiera sabido lo que iba a terminar pasando, su Kickstarter habría alcanzado la financiación necesaria de sobra. A día de hoy estamos en una época en la que están volviendo los plataformas 3D con coleccionables que abundaban años atrás, lo cual es una genial noticia. Como todo en la vida, hay algunos que acaban mejor que otros, pero este Freeze Me es de los que te consigue atrapar en una jugabilidad en la que no te importan ni detalles gráficos ni historias.

Plataformas Snap

Ver Freeze Me y no pensar en Super Mario 64 es imposible. Lo bueno es que no pretende ser una copia directa del mismo y se permite el lujo de hacer referencia dentro de sí mismo a su fuente de inspiración. Con una simple historia en la que “gato malo secuestra perro bueno” de introducción, el juego nos pone de tirón en faena en un espacio abierto con unas cuantas puertas y un mundo al que entrar a través de una especie de portal. En este mapeado central se irán abriendo puertas a nuevos mundos y a desafíos específicos como secciones en 2D o un deslizamiento por un súper tobogán en una carrera contra el tiempo.

A día de hoy puede que estemos muy acostumbrados a ciertas secciones de tutorial o niveles que progresivamente van obligándonos a manejar una a una las distintas mecánicas jugables. Pero aquí, de nuevo de vuelta a lo clásico, se suelta al jugador ante un espacio muy grande en el que su intuición y la prueba de botones es la clave. No obstante, pulsando + hay siempre un manual de todas las diferentes acciones, una referencia – de nuevo – a la época en la que los controles estaban en carteles opcionales o en un manual físico. Casi todas las habilidades están desde el inicio, aunque es interesante ver cómo tras progresar se obtiene una nueva habilidad con la que se pueden hacer más acciones.

R, la protagonista, puede saltar, doble saltar, pegar patadas, rebotar por las paredes, lanzarse en plancha y otras acciones “típicas”. Su principal novedad y fortaleza reside en su cámara, con la cual se puede congelar durante unos instantes la gran mayoría de elementos móviles que hay en el juego. Una herramienta que es necesaria para resolver “pequeños puzles” o superar algunos obstáculos, pero que principalmente sirve para hacer el camino más fácil, dejando de esta manera en manos del jugador elegir cuánto quiere usarla – una excelente manera de ofrecer distintas dificultades sin alterar el juego.

Hay cuatro mundos bien grandes en los que hay que recoger cubos dorados en distintas pruebas. Algunas de ellas son 100% plataformas – incluso con “mini planetas”, otras requieren vencer a un determinado jefe (los cuales no destacan mucho al ser combates demasiado simples), las hay de recoger una cantidad de monedas y, además de todas ellas, hay pequeñas misiones en las que se obtienen cerdonedas (monedas) verdes que más tarde se pueden canjear por cubos y que, a diferencia de los cubos, no sacan al personaje del mundo al conseguirlas. Un acierto es que, pese a que se seleccione un “cubo objetivo” al entrar al mundo pueden conseguirse otros si la exploración nos lleva a ellos. La localización del que hayamos seleccionado será señalada por algún cartel que indica más o menos por donde hay que moverse para situarse un poco.

En general la experiencia es muy fluida, aunque parece ser que en algunos discos duros externos se pueden producir algunas bajadas de frames (no ha sido el caso en este análisis), por lo que de ocurrirle a alguien siempre puede pasar el juego a la memoria de la consola. Hay algunos defectos visuales como sombras que se proyectan atravesando algunos objetos o algunas animaciones muy simples y bruscas, que son minucias que no afectan a la experiencia en realidad, siendo el único problema real el mismo que sufren otros títulos: la cámara a veces nos la puede jugar. Aunque una vez que uno sabe cómo funcionan los ángulos, estos problemas se reducen en casi su totalidad. La banda sonora acompaña y, al igual que el estilo gráfico y decoración de escenarios, no impresiona de inicio demasiado pero consigue un conjunto entretenido y divertido, que consigue captar al jugador completamente una vez que entra en el juego.

Existe la posibilidad de elegir entre seis idiomas diferentes, entre los que se encuentra el castellano (con buenos textos casi carentes de fallos), además de tener pequeñas opciones para adaptar la cámara a nuestro gusto. A voluntad también el control que queramos utilizar: GamePad, Pro Controller y Wiimote + Nunchuk. Cada uno de ellos tiene sus ventajas, pero la posibilidad de congelar directamente tocando el GamePad y su Off-TV lo sitúan por encima del resto. Existe además un pequeño cooperativo donde el segundo jugador tiene un WiiMote y con él se dedica a apuntar y congelar, dejando el peso de la acción sobre el primer jugador. Y como curiosidad, Freeze Me es de los pocos juegos (por no decir el único) que te permite salir al menú de Wii U desde una opción implementada, en lugar de tener que recurrir al botón HOME para ello. Como último apunte, la duración, que puede ir desde las seis horas (yendo “a saco”) hasta tres veces más en función de cada jugador, su destreza y tiempo para la  exploración y la cantidad de logros que se quieran desbloquear, una cifra que viendo el número de misiones de monedas y cubos es más que digna.

En definitiva, ver que casi todos los problemas de Freeze Me son estéticos dice mucho del juego. En una época en la que es casi imposible ver juegos sin ningún tipo de problema, que la parte jugable sea sólida es todo un logro. Y si te enteras  de que este proyecto está realizado (salvo tareas externas como el sonido) en su totalidad por una sola persona, “lo flipas” ya del todo. Y si encima es español y buena gente, más todavía. Se puede decir más alto pero no más claro: si te gustan los plataformas 3D, Freeze Me es una compra obligada para ti.