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Freedom Planet

Una dragona que corre a la velocidad del erizo supersónico.

Freedom Planet (Wii U) - Análisis

Freedom Planet es uno de los títulos de la campaña Nindies@home que además viene de un Kickstarter (aunque la versión de Nintendo se contempló después de la campaña). Ha llegado por fin a la eShop de Wii U esta aventura del estudio Galaxytrail que une a una dragona, una gata salvaje y una perra antropomórficas en una aventura que destila estilo clásico por los cuatro costados. Perfectamente podría ser un juego de la época de los 16-32 bits, y es que desde el primer instante se consigue trasladar esa sensación - y lo hace de una manera muy satisfactoria, tanto si se juega en la tele con el GamePad, el Pro Controller o el Classic Controller como si se utiliza el modo Off-TV.

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Hablar de Freedom Planet sin hacer referencia a Sonic the Hedgehog es imposible, pero no por ello hay que centrarse en comparaciones. El título que nos ocupa es un plataformas 2D en el que hay que recorrer diferentes niveles desde el inicio hasta la batalla con el jefe final, aunque cada uno de ellos se separa en distintas secciones. Hay dos formas de poder completarlos de inicio, clásico o modo aventura, cuya diferencia radica en la inclusión de vídeos en el segundo para contar una historia y ver un poco de trasfondo de personajes en diferentes vídeos con el motor del juego con diálogos hablados y texto (en inglés, eso sí). La historia está bien aunque no busca tampoco demasiada profundidad para quien quiera evitarla, pero personalmente creo que resulta agradable de ver.

Desde el momento uno, con la colocación de algunos loopings (están más a modo de referencia que de copia), objetos como burbujas protectoras de distintos elementos, muelles que nos sirven de trampolín e incluso algunas animaciones como la de empujar, a más de uno le va a parecer que está ante un juego de otro personaje, pero aun así no llega a ser una vulgar copia y añade su propia personalidad que llama mucho la atención. La vida tiene su propio contador que disminuye al recibir daño y que puede restaurarse encontrando piezas por el escenario, además de que cada personaje añade una barra especial que le permite realizar acciones especiales.

El primer personaje es Lilac, la dragona morada. Su fuerte es la velocidad y por ello es la más rápida de todas, además de poder golpear con puños y patadas. Con un poco de su barra especial puede realizar un doble salto giratorio que además sirve de ataque, y con la barra al máximo es capaz de lanzarse a toda velocidad en una dirección, rebotando si hace falta incluso. Carol, la gata, puede lanzarse un poco en el aire hacia delante, utilizar plataformas rojas para saltar entre ellas, rebotar por las paredes, asestar arañazos y utilizar su barra una sucesión de patadas al estilo Chun-Li, además de que puede recoger gasolina en ciertos lugares del escenario para montarse en su moto, capaz de subir paredes, hacer ataques giratorios en el aire y aumentar la velocidad, aunque si nos dañan varias veces se rompe. Por último, Milla la perra es el único personaje que sólo puede escogerse en modo clásico y no en aventura, y primero hay que desbloquearla. Posee menos vida que el resto, es capaz de mover sus orejas para ascender grandes distancias y es capaz de generar barreras de energía y cubos para lanzar, e incluso unos rayos de energía para atacar.

Hay fases exclusivas de algunos personajes, pero la gran mayoría están pensadas para jugarse con las tres para poder acceder a distintos sitios y encontrar cartas coleccionables, con las que se desbloquean voces, bocetos y la música del juego en la galería. Los personajes son más distintos entre sí de lo que cabría esperar, provocando así que completar la historia con las tres sea una experiencia muy distinta. Por suerte además, en caso de querer ir a un nivel en especial, siempre puede accederse a estos una vez completados desde el apartado de Time Attack, donde también se encuentran unas pequeñas fases de destrucción de dianas que recuerda a Super Smash Bros. y un Mahjong para matar el rato.

La dificultad en general de todo es la que buscarían los jugadores de antaño, con jefes desafiantes que obligan a aprenderse sus patrones, aunque sí que es cierto que al final del juego hay un desnivel muy importante con los enemigos. Pero no pasa nada, porque incluso si así ha parecido fácil, siempre hay un modo difícil para empeorar todavía más las cosas. O si por el contrario, se ve muy complicada la cosa, hay una variante fácil e incluso una casual, donde la vida se regenera poco a poco. Lo que sí sorprende a nivel negativo - aunque para más de uno puede ser positivo - es que se incluyan vidas, ya que aunque lleguen a 0 y se vea Game Over, se puede continuar desde el último punto de control (que suele ser el inicio de una sección de nivel, puntos intermedios invisibles o justo antes de un jefe).

Pero lo más importante de todo, es que Freedom Planet divierte al fan de las plataformas y de juegos como Megaman, Gunstar Heroes, Sonic y no sólo consigue traer la experiencia de antes a día de hoy como otros indies como Shovel Knight consiguen, sino que funciona también a la inversa: consigue trasladarnos a la década de los 90 por todos sus aspectos jugables, visuales y sonoros. Mención muy importante hacia la banda sonora, aunque tiene algunas melodías que son más soporte que otra cosa, más de una se nos meterá en la cabeza de la manera en la que lo hacían las clásicas melodías del género.

A pesar de que obviamente no es perfecto, Freedom Planet es lo que se llama una carta de amor al género. Con su llegada a América tuvo ciertos problemas de congelaciones en algunos momentos, aunque el parche ha llegado a tiempo para su lanzamiento europeo. Además se espera que en los próximos meses se lance un nuevo personaje jugable, Spade, y algún extra más para terminar de perfilar esta obra. Por último, sobre su duración: ronda entre las tres o cuatro horas por vuelta, aunque en speed-run puede bajarse hasta hora y media,  pero como ya se ha dicho, es muy rejugable para completarlo con todos los personajes y obtener todas las cartas coleccionables.