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Child of Light

Analizamos Child of Light, el cuento de Ubisoft para la eShop de Wii U.

Child of Light - Análisis

¡Pero qué cosa más bonita es Child of Light! Cada vez es más patente que los juegos que arriesgan están todos enfocados al mercado digital, ese reducto donde las producciones no requieren de inversiones milmillonarias y en la que todavía se plantean las cosas en función de sorprender, no de continuar el camino establecido. Child of Light nace con vocación de juego independiente, aunque no lo es en absoluto, ya que tiene detrás a un gigante con Ubisoft, unas herramientas de desarrollo, Ubiart, ya probadas con dos juegos, y un respaldo económico que lo aleja de las producciones de garaje.

Estamos ante un título que te conquista por la vista y el oído. Visualmente es una verdadera maravilla, con un apartado artístico espectacular. Dibujos a mano, escenarios vivos y llenos de detalles, recovecos por todas partes que invitan a la exploración… Un acabado de acuarela, pero con los contornos muy definidos, fondos de fantasía difuminados, que parezcan muy lejanos, y animaciones sencillas, pero efectivas.

Es un trabajo artesanal que sorprende con cada nivel que se descubre. Imaginad que encontráis un antiguo libro de cuentos en el desván de vuestros abuelos. Está bien conservado, pero las páginas tienen el color amarillento del paso del tiempo. Las ilustraciones son claras, pero han perdido algo de lustre. Así es Child of Light, como si alguien lo hubiera descubierto en un estante olvidado de una antigua biblioteca.

Análisis Child of Light Wii U

La historia, de princesas, brujas y reinos mágicos, también parece sacada de uno de esos cuentos y bebe de la tradición de los clásico europeos, como los Hermanos Grimm o Hans Christian Andersen. Un detalle curioso es que todos los diálogos están en verso, aunque hay que reconocer que, aunque se ha intentado, el trabajo de localización desmerece, colándose unos cuantos ripios de echarse las manos a la cabeza y creando algunas líneas sin sentido alguno, sólo para cumplir con la rima.

La música es otra maravilla. Predominan el violín y el piano, con un tono constante de melancolía. Estamos en un reino mágico que languidece y cada escenario transmite esta decadencia, esa fantasía. Pero tranquilos, también hay lugar para la épica, con músicas que invitan a la batalla y a rebanar todo tipo de criaturas fantásticas, mayormente insectos y sabandijas y algún que otro ser mitológico.

Análisis Child of Light Wii U

El diseño de los niveles recuerda una barbaridad a los dos últimos Rayman (comparten motor gráfico), pero con mucha más libertad de exploración. Aurora pronto aprende a volar y eso hace que los escenarios cobren una dimensión en todas direcciones, con montañas, cuevas y acantilados con mil y un escondites. Junto a Aurora está Igniculus, una luciérnaga con poderes basados en la luz y que será fundamental en los combates, para resolver sencillos puzles y abrir ciertos cofres. Los escenarios son pequeños laberintos, con muchísimo que explorar y descubrir, llenos de tesoros y mejoras ocultas. Al igual que en Rayman Legends, se podrá jugar a dobles, con Igniculus facilitando las cosas al jugador principal, especialmente en los combates.

Y aquí empezamos a sacarle los colores a Child of Light. No estamos ante un juego demasiado largo, apenas una decena de horas si queremos completar las pocas misiones secundarias y coger todos los tesoros, y se nota que no se conseguido equilibrarlo del todo. A mitad de desarrollo la dificultad se dispara, te encuentras perdido sin saber cómo abordar a los diferentes enemigos, ya que en un solo enfrentamiento hay que aplicar varias estrategias, muchas de ellas opuestas. El hecho de que sólo podamos controlar a dos personajes en nuestro bando de forma simultánea provoca que nuestro abanico de opciones esté muy limitado y, con combates contra varios enemigos, pronto nos veremos sobrepasados por adversarios que son capaces de atacarnos constantemente.

Hay que aprender a dominar el llamado “Lanzamiento” el momento de nuestro turno en el que ordenamos una acción y esta se ejecuta. Si somos atacados en este periodo de latencia, nuestro turno se retrasa. Si optamos por defendernos se supone que podremos ignorar este retraso en los próximos ataques, además de recibir daño reducido, pero pronto aprenderemos que esto no es así en absoluto: hay ataques que, sin motivo evidente, se saltan por el forro este principio y otros no. Además, parece ser que esta defensa no funciona al llegar al siguiente periodo de latencia, por lo que su uso es terriblemente restringido.

Análisis Child of Light Wii U

A todo esto hay que añadir a Igniculus, que puede ayudar en batalla bien curando pequeñas cantidades de vida, bien ralentizando a los enemigos para pillarlos a ellos en el periodo de lanzamiento (hasta que llegamos al punto en el que los enemigos activan poderes especiales cuando les retrasas el turno, entonces esta técnica es casi peor). No es un recurso infinito, pero se va recargando con el paso de los turnos o bien activando en el escenario “deseos”, unas luces brillantes que regeneran su uso. Los combates pronto se convierten en repetitivos y, llegados al famoso punto intermedio, son tan pesados y con tantas variables y ajustes de equipo para adecuarnos a ellos, que optaremos por evitarlos, hastiados. Al menos por un rato, ya que son necesarios para subir de nivel y poder afrontar retos superiores.

Child of Light es un juego con dos lecturas. Si nos atenemos a su apartado artístico y sonoro, al mimo que se ha puesto en su puesta en escena, es una obra maestra indiscutible. Pero también es un videojuego de rol con combates que pronto cansan, mal ajustado y en el que cada enfrentamiento tiene que ser considerado como un enemigo final, lo que no da lugar a picos de intensidad y lo convierte en un producto carente de ritmo. Tal vez con una mayor duración, dilatando la experiencia, se habría conseguido un producto más fluido.

Análisis Child of Light Wii U