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BIT.TRIP BEAT

Pong en el siglo XXI

BIT.TRIP BEAT - Análisis


Si cometemos demasiados fallos seremos transportados por unos instantes a un terrorífico pasado en blanco y negro, donde no existe el color y deja de sonar la melodía que durante la partida hemos ido construyendo nota a nota con cada acierto.

Los proyectiles se cuentan por cientos y salen por todos los lados, de las formas más inimaginables, creando patrones cada vez más complicados de seguir. Píxeles como garbanzos que paralizan, rebotan continuamente en nuestra paleta o parpadean haciéndose casi invisibles, son sólo unos pocos ejemplos del enorme repertorio que ostenta el juego, así como del derroche de imaginación y saber hacer que detrás se esconde.


El uso del Wiimote es simple a la par que acertado y demuestra una vez más cómo el sensor de movimientos se puede emplear de forma inteligente y natural sin necesidad de forzarlo. Con el mando en posición horizontal y rotando el mando hacia delante o detrás desplazamos la paleta y hasta navegamos por los menús del juego. Existe la posibilidad de que hasta cuatro jugadores colaboren en cooperativo, si bien todo puede resultar demasiado lioso y frustrante.

Cabe reseñar que pese ser una experiencia principalmente arcade, ello no quita para que exista una narrativa inherente a BEAT. A través de pequeñas escenas de vídeo al principio de cada nivel y los psicodélicos escenarios, se cuenta de forma críptica el comienzo de las aventuras del misterioso Commander Video.

Aunque puede resultar algo corto, BIT.TRIP BEAT no deja de ser una gema escondida en el catálogo de Wiiware, que por 600 Nintendo Points se permite redefinir un juego casi olvidado, ofrecer una experiencia intensa y divertida, y volver al pasado sin dejar de mirar al futuro.