Beyblade: Evolution
Beyblade: Evolution gira al ritmo de tu Bey.
Beyblade: Evolution - Análisis
Beyblade: Evolution es la última adaptación de Beyblade, un anime lanzado en Japón hace más de una década, en el que contemplábamos cómo los personajes de la serie se enfrentaban en espectaculares combates de unas peonzas modernas (Beys) las cuales podrían tener en su interior espíritus legendarios milenarios que les ayudaban a ganar los duelos. Se puso a la venta juguetes basados en la serie, Beys, piezas intercambiables y escenarios de duelo que llegan a nuestros días en un amplio catálogo que hace las delicias de sus jóvenes fans.
Ahora, Rising Star Games nos trae una nueva adaptación virtual para nuestras 3Ds, que intenta captar el espíritu de las batallas reales. Seremos un nuevo Blader en la ciudad, donde nuestro objetivo será hacer nuevos amigos y ganar combates para poder mejorar nuestro Bey y afrontar con ciertas garantías los torneos a los que decidamos participar.
El mapeado es sumamente pequeño, con medio centenar de localizaciones a las que llegamos con un simple toque en la pantalla táctil. En cada una habrá siempre una blader con el que combatir, pero no existe exploración alguna en el viaje (el salto es inmediato) y el diálogo se reduce a una petición de combate, por lo que esa búsqueda de amigos queda reducida a nada.
Una vez puestos en faena, Beyblade: Evolution se reduce a lanzar nuestro Bey y esperar el resultado. Cierto es que hay varios tipos, como pueden ser los defensivos y los de ataque y que, dependiendo de su clase, es mejor lanzarlos en una zona u otra del estadio de batalla (gracias al giroscopio apuntamos a la zona deseada), pero no son determinantes a la hora de decantar el resultado. Se aprovecha el acelerómetro para dar impulso a nuestro Bay justo al empezar la batalla y se ha incluido un sistema de Espíritu para desequilibrar los combates y añadir un punto estratégico. El medidor de dicha habilidad se irá llenando durante el enfrentamiento hasta un máximo de tres niveles, deberemos apuntar y acertar en nuestro Bey (si damos al rival adquiere la ventaja) y haremos que aumente su fuerza y velocidad de giro para sacar a nuestro rival fuera del terreno.
Todo este sistema, que intenta reproducir con fidelidad el juego real, se queda corto y se hace extremadamente repetitivo a los pocos minutos de comenzar a jugar. La compra de piezas es un mero aditivo y el desarrollo de la historia (prácticamente inexistente) hace un flaco favor al juego, quedando todo reducido a ir a una de las localizaciones y realizar un enfrentamiento, desplazarte a otra y combatir de nuevo... así una, y otra y otra vez. No hay más de dónde rascar.
Hay disponible un modo inalámbrico en el que realizar duelos con otro amigo, pero no destaca más allá que el resto del juego. Al igual que su apartado técnico, muy discreto y que debería dar mucho más de sí dado el reducido tamaño de las zonas de combate y los pocos elementos en pantalla que ofrece. El efecto 3D es correcto, aunque no deja de ser un mero añadido al conjunto.
Beyblade: Evolution es el fiel reflejo de que a veces llevar la experiencia de juego real a un videojuego tal cual, no es sinónimo de acierto o diversión. En este caso, se hace un producto sumamente monótono y aburrido que, si bien reproduce casi con total exactitud estos enfrentamientos, carecen de ese algo, esa chispa de emoción que sí se tiene en la realidad.
Es posible que los más peques de la casa insistan y perseveren con Beyblade: Evolution, pero estoy convencido de que si tienen la edición especial (con un Bey en su interior), dejarán más pronto que tarde el juego virtual a un lado para experimentar la experiencia de un enfrentamiento real con su flamante Bey.