Batman Arkham Origins Blackgate
Batman Arkham Origins: Blackgate trae el Batman más adulto a Nintendo 3DS.
Batman Arkham Origins: Blackgate - Análisis
Batman Arkham Origins: Blackgate es, de forma simultánea, una sorpresa y una decepción. Sorpresa porque normalmente este tipo de personajes se prestan a juegos de acción, en los que poco importa la exploración y que se limitan a desaprovechar una franquicia tan jugosa. Sin embargo, aquí tenemos a todas luces un juego que lo intenta hacer bien, con interés por hacer cosas diferentes y aprovechar el potencial de Nintendo 3DS.
Este nuevo Batman portátil junta el estilo visual y la ambientación de los Batman de sobremesa de última hornada (los creados por Rocksteady y Warner) y le da una vuelta de tuerca, adaptándolos al mercado portátil y ofreciendo una experiencia que se inspira mucho en Metroid. Tampoco hay que olvidar que el equipo de desarrollo tiene a varios integrantes que estuvieron en Retro Studios y que algo saben de esta saga. El resultado es un juego en el que prima la exploración sobre los combates, donde hay que estar atentos al mapa y en el que hay que avanzar por enorme laberinto para ayudar a Batman a calmar el motín carcelario de Blackgate.
Blackgate se rebela
Los acontecimientos que narra Batman Arkham Origins: Blackgate se enmarcan unos meses después de Origins, el juego de sobremesa. Batman tiene que afrontar un motín en Blackgate, la cárcel de Gotham que, además, también está hospedando a algunos de los peligrosos criminales como El Pingüino, Black Mask o el Joker. Gracias a Catwoman (el juego cuenta el primer encuentro entre estos dos personajes) podemos infiltrarnos en la prisión para intentar poner un poco de orden.
Blackgate está diseñada como un laberinto y tendremos que ir consiguiendo las mejoras necesarias para seguir avanzando. Éstas incluyen la batgarra, los batarangs electrificados, la tirolina, el gel explosivo, decodificadores más potentes para piratear puertas de seguridad… Objetos que ayudan a resolver puzles para continuar avanzando por los túneles y pasillos de la prisión. Sin embargo, también existen ciertas mejoras secundarias, tesoros escondidos que ayudan a mejorar la experiencia de exploración.
El desarrollo de Batman Arkham Origins: Blackgate oscila entre la exploración y los combates, pero se inclina claramente a favor de la primera. Los enfrentamientos son bastante directos, casi de un juego de acción, en el que se combinan los puños con los contraataques y poco más. Algo más de chicha aportan los combates contra los jefes finales, con mecánicas que implican el uso de algún objeto o de interactuar con el entorno.
En la parte de exploración hay que destacar el uso del Modo Detective. Usando la pantalla táctil hay que explorar los entornos en busca de pistas sobre lo que hacer. Es imprescindible escanear un objeto para saber qué hace y poder usarlo después, así como para localizar paredes frágiles o elementos que pueden ser retirados con la garra y seguir avanzando. Es una mecánica que recuerda horrores al escáner de los Metroid Prime y que no sólo ayuda a las búsquedas principales, sino a las secundarias, de las que la prisión de Blackgate está plagada.
Hay mejoras del traje que nos hacen provocar más daño y tener más defensa, medidores de furia para hacer ataques explosivos si no nos tocan en las peleas y hay desperdigados por todo el mapa varios trajes adicionales para Batman. Además, en cada zona hay una serie de objetos (dentaduras de broma, por ejemplo) que hay que localizar y, además, la cárcel está llena de pistas ocultas de numerosos casos. La resolución de todos estas misiones secundarias da como resultado el desbloquear bocetos y los mencionados trajes adicionales, además de tener la satisfacción de ver un 100% al lado del progreso de Batman Arkham Origins: Blackgate, claro está. Un detalle: las mejoras y los secretos están marcados todos en el mapa con un símbolo de interrogación, claro que llegar hasta ellos es otra historia muy diferente.