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A Boy and his Blob

Una forma simple de recordar un pasado complicado.

A Boy and his Blob - Análisis

Esta consola tan peculiar ha permitido recuperar dos tipos de videojuegos que parecían condenados al olvido por el avance del negocio: los títulos en dos dimensiones y la resurrección de clásicos. Y si optar por alguna de las dos opciones es arriesgado, tomar las dos y, además, con un estilo de diseño a mano, es casi un auténtico suicidio. Pero una compañía poco conocida pero con mucha experiencia llamada WayForward decidió que su retorno a las consolas de sobremesa tenía que seguir este camino y tenía que ser en Wii. En 2009 llegó su nueva visión de A Boy and his Blob, publicado por Majesco.

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A Boy and his Blob es un juego original de NES desarrollado veinte años antes por David Crane, uno de los creadores más respetados de la época, que acaba de dejar Activision debido a un cambio en la dirección de la compañía que iba a dar más importancia al negocio y menos a la creatividad. No tenía mucha historia detrás, porque su jugabilidad y sobre todo su dificultad eclipsaron cualquier otro apartado, incluido el técnico, muy logrado. Resumidamente, se trataba de ayudar a un extraterrestre gelatinoso, Blob, a recuperar la paz de su planeta. Y para lograrlo era necesario primero recolectar varios tesoros bajo el asfalto de la ciudad y después, invertir lo conseguido en un cohete con el que viajar a Blobolonia. Dos únicos escenarios y dos misiones directas.

Lo destacable es que para resolver las situaciones había que utilizar diversos objetos, pero todos estaban a mano, en el propio Blob, que se transformaba en una quincena de herramientas comiendo determinadas gominolas. Sin embargo, era extremadamente difícil controlar al personaje principal y además había que ser muy preciso en el uso de cada gominola, porque estaban contadísimas.

 WayForward ha planteado una situación semejante en general, pero opuesta en ocasiones. Esa aventura compleja y continuada se ha transformado en una sucesión de pequeñas pantallas-puzle, accesibles a todos los públicos. Es un juego completamente nuevo.

La misión es exactamente la misma: controlarás a un niño inocente que de repente se encuentra con una pelota blanca y cariñosa con la capacidad de transformarse. Y, quizá por ternura, decide enrolarse en esa aventura. Pero aquí llega la primera mejora, en los propios protagonistas. Tanto el niño como Blob rebosan personalidad gracias a los trazos y a las animaciones, lo que permitirá crear un vínculo más fuerte con los personajes. El equipo ha hecho una auténtica película animada, en la que los dibujos a mano se mueven de forma lenta como en un clásico de Disney, aunque los efectos técnicos más avanzados están presentes. Cada transformación del extraterrestre tiene su réplica en el pequeño muy tierna. Si se convierte en paracaídas y se cae al suelo, se agachará para recogerlo y meterlo en su mochila; si es en un yunque, tendrá que hacer un esfuerzo al empujarlo que cambiará el gesto de su cara. La iluminación dinámica sobre los entornos es sublime en estos escenarios en dos dimensiones cargados de vida, gracias a la experiencia de este estudio en el trabajo sobre el píxel. Y si fuera poco, este estilo hace que su apariencia a 480p aguante mejor que la mayoría del catálogo de Wii, en teles de alta resolución.