Estamos comprados
Y tú también lo estás.
Los videojuegos son parte de la vida de muchas personas, y por ello sitios como Revogamers existen. Esto ha llevado asociado la aparición de valoraciones sobre la calidad de los juegos, al igual que se hace en el cine, la comida u otros sectores. Es algo que lleva años haciéndose, desde antes de que internet se extendiera a nivel mundial, a través de revistas en papel, radio o televisión; pero con la red de redes todo se ha dinamizado mucho y ahora cada día aparecen decenas de noticias sobre videojuegos, artículos o investigaciones y, cómo no, análisis de los juegos en sí (que pueden leerse incluso antes de su salida al mercado).
Pero algo falla. Hay un sistema de calificaciones que suele ir de 0 a 10 o de 0 a 100, pero muchos usuarios no están de acuerdo con ellas en ciertos juegos, y es algo que se ve más a menudo de lo que parece. Hay situaciones en las que el mejor valorado por la crítica especializada no coincide con la opinión del usuario o viceversa, habiendo incluso a veces situaciones totalmente dispares. ¿A qué se debe esto? ¿Es el redactor un tipo sin criterio que sólo juega a lo que le gusta y lo valora positivamente, y aquello que no es de su agrado se lleva nota negativa? No es la realidad de todos, pero en cierta medida es algo que se ve más a menudo de lo que debería ser.
Cada compañía tiene sus seguidores y el redactor puede ser uno de ellos, o incluso también hay que ver el trato que ofrece cada compañía a un sector del público, además de que ya hay una serie de nombres conocidos en la creación de videojuegos y unas sagas establecidas a lo largo de los años. Cada videojuego es un mundo, y uno de los fallos más grandes es mirar el pasado para valorarlo. No es bueno ni justo comparar, por ejemplo, cada Zelda nuevo con Ocarina of Time. Esto nos lleva a darnos cuenta de que vamos con una imagen preconcebida de cada juego que sale al mercado sin tener ni idea siquiera de si es divertido o no, sólo porque está diseñado por alguien que ya trabajó en un título que nos entusiasmó, porque es de una saga que llevas años comprando, o simplemente por el sello de la empresa que está detrás del proyecto. Y todo ello sin olvidar los trailers iniciales, esos que tanto hype crean y que a la hora de la verdad desinflan la sensación final (aunque precisamente en el caso de Nintendo en los últimos años han funcionado casi al revés).
¿El redactor es mala persona por dejarse influir por estos factores? Para nada, es más, muchos usuarios que quieren hacer crítica constructiva acaban cayendo también en esa trampa. Para valorar un juego hay que aislarse de todo – o intentarlo al menos. Está bien que haya un conocimiento de lo anterior para darse cuenta de que no es un copia y pega de un trabajo previo con poco más o incluso con un poco menos, pero hay que ver realmente qué es lo que ha salido al mercado y ver si cumple independientemente de su nombre y apellidos. Un caso que Manuel Luis de Revogamers Radio me comentó hace unos meses es un claro ejemplo de estas ideas: Star Wars: Battlefront tiene notas de 8-9 y Mario Tennis: Ultra Smash tiene notas de 6. ¿Cuál es la peculiaridad? A ambos títulos se les achaca los mismos problemas: falta de modos, sobre todo de un jugador. Eso no quita que uno pueda ser mejor o no que el otro o que las notas sean o no merecidas, pero es un ejemplo de como un mismo problema se refleja de manera distinta en la crítica de dos juegos, quizás en este caso porque estamos en plena fiebre de la saga galáctica.
Es inevitable que todo esto ocurra porque cada uno tiene una visión del mundo, y de hecho es muy importante que haya cierto papel subjetivo en la confección de un análisis, pero falla algo muy importante: cuesta ponerse en la piel de otro. Y por otro se habla del resto de la industria, tanto desarrolladores como otros clientes. No todos los proyectos son iguales en presupuesto, calidad y cantidad de trabajadores, publicidad y otros aspectos, y eso parece que en la mayoría de ocasiones no se tiene en cuenta. Tampoco parece que resulte factible para muchos ponerse en el pellejo de otro comprador. En mi vida compraría un juego de Barbie o Pocoyo para mí, pero eso no evita que la persona a la que va dirigido pueda encontrar en ellos una joya que consiga lo más importante que hacen los videojuegos: divertir.